Alrededor del 25 por ciento de los bebés cuyas madres contraen rubeola durante el primer trimestre del embarazo, nacen con uno o más defectos de nacimiento que, en forma conjunta, se denominan síndrome congénito de rubéola. Entre ellos se encuentran ciertos defectos de los ojos (que causan pérdida de la visión o ceguera), la pérdida de la audición, algunos defectos cardíacos, el retraso mental y, con menor frecuencia, la parálisis cerebral.
Muchos niños con síndrome congénito de rubeola demoran más tiempo en aprender a caminar y a realizar ciertas tareas, pero algunos de ellos llegan a desarrollarse plenamente y no tienen problemas. Esta infección frecuentemente provoca abortos espontáneos y nacimientos de bebés sin vida.
El riesgo de síndrome congénito de rubéola disminuye a alrededor del uno por ciento cuando la madre contrae la infección durante las primeras semanas del segundo trimestre de gestación. Es raro que exista el riesgo de que se produzcan defectos de nacimiento cuando la rubeola de la madre ocurre después de transcurridas 20 semanas del embarazo.
Algunos bebés infectados presentan problemas de salud que no perduran. Su peso de nacimiento puede ser bajo (menos de 2 Kg) o pueden tener problemas de alimentación, diarrea, neumonía, meningitis (una inflamación alrededor del cerebro) o anemia. Pueden aparecer manchas de color púrpura-rojizo en sus caras y sus cuerpos debido a anomalías pasajeras en la sangre que pueden provocar una tendencia a sangrar con facilidad. El hígado y el bazo pueden agrandarse.
Algunos bebés infectados parecen normales en el momento del nacimiento y durante su infancia. Sin embargo, es menester realizar un seguimiento cuidadoso de todos los bebés cuyas madres padecieron rubeola durante su embarazo porque es posible que los problemas de visión, audición, aprendizaje y comportamiento no sean evidentes hasta la niñez.
Los niños con síndrome congénito de rubeola también tienen un riesgo mayor de padecer diabetes, que puede desarrollarse durante la niñez o bien a una edad adulta.
No hay un tratamiento específico para el síndrome congénito de rubeola. Algunos de los problemas propios del período neonatal, como las anomalías de la sangre y del hígado, generalmente desaparecen sin practicarse tratamiento alguno. Otros defectos de nacimiento, como los defectos de los ojos o del corazón, pueden a veces corregirse en forma total o parcial mediante prácticas quirúrgicas realizadas a edad temprana. Los bebés con deficiencias visuales o auditivas se benefician al asistir a programas de educación especiales que los estimulan desde pequeños y les ayudan a desarrollar destrezas de comunicación y de aprendizaje. Los niños con retraso mental también se benefician al asistir a programas de educación especial desde pequeños. Aquellos niños con múltiples discapacidades pueden necesitar de la intervención de un equipo de expertos desde muy temprana edad.