Fijándonos en estos puntos, se han encontrado tres tipos de temperamento básico de los niños y niñas al nacer:
- Temperamento fácil: 40 % de los niños. Son niños serenos que generalmente presentan un estado de ánimo positivo, son muy abiertos y se adaptan con facilidad a las experiencias nuevas. Sus hábitos son predecibles y regulares.
- Temperamento difícil: 10% de los niños. Son niños activos, irritables y de hábitos irregulares. Suelen reaccionar con intensidad a los cambios de rutina y son muy lentos para adaptarse a personas o situaciones nuevas.
- Temperamento "lento de reacción": 15% de los niños. Son niños bastante poco activos, algo malhumorados y pueden ser lentos para adaptarse a personas y situaciones nuevas. Pero a diferencia del niño difícil, suelen responder a la novedad de forma ligeramente negativa, en vez de extremadamente negativa. Por ejemplo, se resisten a que les abracen solo mirando hacia otro lado en vez de pataleando o gritando.
Los demás niños no se ajustan a ninguno de estos perfiles y muestran patrones únicos del temperamento.
Sin embargo, numerosos autores coinciden en que en que el temperamento no está decidido al nacer, no es hereditario en su totalidad. La teoría del vínculo pone de manifiesto que es cierto que los niños al nacer tienen un temperamento diferente. Pero también es cierto que sus cuidadores tienen a su vez peculiaridades (flexibles, rígidos, protectores, autoritarios, ...), y que ambos, niño y cuidador, avanzan juntos en el vínculo y en el juego de reforzamientos, castigos, atenciones, juegos, encuentros, etc. El temperamento del cuidador influye de forma muy importante en el desarrollo del niño. Por ejemplo, en los casa de cuidadores con depresión o drogadicción, la vinculación es difícil e inadecuada. Los niños se resienten con facilidad en estos casos.