Las personas que son diagnosticadas con el trastorno esquizoide de la personalidad mantienen un distanciamiento de las relaciones sociales y presentan poca variedad en la expresión de sus emociones en los contextos donde se relacionan con otros.
Al igual que en la mayoría de los trastornos de la personalidad, estos patrones comienzan al principio de la edad adulta y se dan en diversos contextos.
Las personas que son diagnosticadas con este trastorno suelen ser personas más bien distantes, que presentan un bajo interés por los demás.
Tienden a preferir actividades más solitarias e introspectivas, perdiéndose en mundos de fantasía en su imaginación, por lo que no mantienen mucho contacto afectivo con otros, no se sienten cómodos en espacios sociales y, también presentan una limitada capacidad para expresar sus emociones y también para experimentar placer.
Para poder ser diagnosticado, deben darse al menos cuatro de las siguientes situaciones:
Como en todos los trastornos de personalidad, no existen medicamentos específicos para este trastorno, por lo que, si se prescriben, generalmente es para abordar alguno de los síntomas que lo acompañan, como la ansiedad o angustia que se puede presentar.
A nivel psicoterapéutico, en este caso existen diversos tipos de intervenciones: una de ellas es el entrenamiento de habilidades sociales, ya que es una de las áreas que en este trastorno se presenta más disminuida, se trabaja en fortalecerlas a través de variadas técnicas como la simulación de situaciones sociales en donde el terapeuta también participa.
También se puede entrenar en técnicas de relajación ya que, de participar en alguna situación social, se pudiera generar mucho estrés a nivel físico, por lo que esto permite que las personas puedan regular el estrés utilizando algunas técnicas.
Otra opción, es la reestructuración cognitiva, que guarda relación con poder abordar las ideas base que se presentan en este trastorno, revisarlas y evaluar su impacto real para modificarlas en caso de ser necesario.
El tipo de tratamiento que se llevará a cabo y la eficacia de este, dependerá de cada persona y de las razones por las cuáles llegó a terapia, ya que en caso de que sean obligados a realizarla puede tener una menor tasa de eficacia que alguien que va por su propia voluntad.
Según el DSM V, la prevalencia que tendría este trastorno es entre el 3.1 y el 4.9%, tendiendo a presentarse mayormente en hombres que en mujeres.
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