¿Qué objetivo tiene?
- Conservar la piel en perfecto estado de limpieza.
- Colaborar en el mantenimiento del su estado de bienestar físico y psíquico.
¿Qué podemos observar?
- Observar y valorar el estado psíquico y físico del anciano.
- Autonomía funcional.
- Estado de cansancio o fatiga.
- Costumbres.
- Opciones de higiene o baño.
¿Qué sería aconsejable en este caso?
- Para realizarla correctamente se debe disponer del tiempo necesario.
- Es conveniente informar al enfermo de los actos a efectuar y mantener la comunicación verbal durante la higiene.
- La temperatura de la habitación debe ser agradable y la luz tamizada.
- Tener todos los elementos a utilizar preparados de antemano.
- Para respetar su intimidad, no dejar al enfermo totalmente descubierto y evitar la presencia de personas que no colaboren en la higiene.
- En un principio ayudar a realizar las tareas de baño, aseo y progresivamente implicarlo en ellas, desarrollando así su independencia.
- Valorar las dificultades reales que le impidan el autocuidado.
- Ayudarle a incorporar hábitos de aseo si los que tienen son defectuosos:
- Utilización de pañuelos.
- Manejo de excretos y esputos.
- Uso de la chata y conejo.
- Lavado frecuente de manos.
- Equipo mínimo de higiene.
- Promover el aspecto aseado como forma de ser mejor aceptado por los demás.
- Reforzar positivamente las conductas de autocuidados y limpieza.
¿Qué tipos existen?
Valorar el estado físico y psíquico del anciano:
¿Qué médico me puede tratar?

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