El síndrome de Asperger es un trastorno del neurodesarrollo que actualmente se encuentra incorporando dentro de la familia de los Trastornos del Espectro Autista (TEA).
Sus características principales se describen a continuación:
Sin embargo, cabe mencionar que, a diferencia del autismo, en este caso no existe un retraso a nivel general en el desarrollo, así como tampoco un déficit a nivel de lenguaje o a nivel intelectual.
En el trastorno de Asperger las personas muchas veces no comprenden los códigos y reglas sociales que son la base en la comunicación con otros, razón por las que les es difícil poder entablar relaciones con los demás. Por otra parte, tienden a ser más concretos en la comunicación, razón por la que metáforas o aspectos más simbólicos de lenguaje les es difícil incorporarlos (como la ironía, el doble sentido u otras abstracciones como las metáforas).
También, las personas se sienten más cómodas y calmadas en entornos más estructurados, con rutinas claras, lo que pudiera dificultar muchas veces su incorporación a espacios sociales donde en muchas ocasiones este nivel de estructura no existe.
Cabe mencionar que, hasta hace algunos años, el trastorno de Asperger se consideraba por sí mismo como un trastorno diferenciado del Autismo y otros trastornos generalizados del desarrollo.
Sin embargo, desde el 2013 en el último Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-V), se eliminó la etiqueta y se incluyó al Asperger dentro de una categoría más general que es el conocido TEA (Trastornos del Espectro Autista).
Según este manual, existen diversos niveles de gravedad dentro de las personas que presentan TEA, y que son los que definirán el tipo de apoyo que necesiten.
Pese a ello, existe mucha controversia aún respecto al incorporar el Trastorno de Asperger dentro de los trastornos del especto autista, pues mantiene algunas características propias que pudieran quedar invisibilizadas. Por otra parte, se considera que podría ser un movimiento positivo para desestigmatizar a las personas que eran diagnosticadas anteriormente con Autismo o Asperger diferenciadamente.
Actualmente, no existe una causa conocida para el trastorno de Asperger. Sin embargo, las investigaciones actualmente sugieren que podría emerger de una combinación de factores genéticos, neurobiológicos y ambientales.
Cabe señalar, que este trastorno no guarda ningún tipo de relación con la condición educacional, económica o social de las personas.
Debido a que en el Asperger no se mantiene un déficit cognitivo o lingüístico, en la medida que se detecte a temprana edad, se puede lograr una mejor intervención que le permita al niño o niña más independencia y compensar las necesidades que se presenten a nivel social, afectivo, comunicativo y/o conductual que serán centrales en la vida diaria.
El objetivo de los tratamientos en este caso guarda relación con poder apoyar a las personas en los ámbitos referidos con anterioridad en que se encuentran en déficit.
Es importante que sea un trabajo interdisciplinario pues dependerá de las características propias de las personas y de sus necesidades qué profesionales o tipos de terapia pudiera requerir.
Lo ideal es que sea un conjunto de profesionales dentro de los que se pueden encontrar psicólogos, neurólogos, psiquiatras, terapeutas ocupacionales, entre otros.
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