El Trastorno del Espectro Autista (TEA), es un trastorno del neurodesarrollo y que se considera actualmente como un grupo de afecciones que están caracterizadas en algún grado de alteración a nivel de comportamiento social, comunicación, lenguaje. Se manifiestan repertorios de intereses y actividad que son restringidos, estereotipados y repetitivos.
Anteriormente, se les llamaba trastornos generalizados del desarrollo y se subdividían en diversas categorías como Autismo, Asperger, Autismo Atípico, entre otros, pero desde el 2013 el DSM–V que es el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, optó por incluir todos estos diagnósticos en una sola categoría.
Por ello, dentro del diagnóstico de TEA, desde el DSM-V se solicita que se indique el nivel de gravedad en base a los deterioros que existan a nivel de comunicación social y en los patrones de comportamiento restringidos y repetitivos.
Además, se solicita poder especificar si el TEA se presenta:
El diagnóstico de TEA comienza a manifestarse por lo general dentro de los primeros cinco años de vida y se mantiene durante el resto de ésta.
Cabe señalar que, de manera frecuente, en algunos casos, las personas podrían presentar algunas comorbilidades con otros trastornos como la depresión, la ansiedad, el déficit de atención e hiperactividad o epilepsia.
Respecto al ámbito cognitivo, cabe señalar que puede haber variaciones importantes de persona a persona y pueden ir desde un deterioro profundo hasta personas con altas aptitudes cognitivas.
Desde la OMS (Organización Mundial de la Salud), se ha calculado que 1 de cada 160 niños o niñas pudiera presentar un diagnóstico de TEA, pero pese a eso, se ve una diferencia importante entre los diversos estudios por países y, en países de menores recursos, no se cuenta con un apropiado cálculo estadístico respecto a cuantos niños y niñas pudieran presentar el diagnóstico.
Sin embargo, las investigaciones coinciden en un aumento sostenido en la aparición de este diagnóstico en niños y niñas, lo cual pudiera explicarse desde la mayor visibilización que se ha dado al TEA y la disminución de su estigmatización lo que ha permitido una mayor especialización en profesionales y la aparición de test que pueden apoyar el diagnóstico que es netamente clínico pues no existe actualmente algún indicador biológico que permita evidenciar este trastorno por sí mismo.
Algunas investigaciones señalan que actualmente se podría hablar de que entre un 1–2 % de los niños o niñas en el mundo pudieran presentar el diagnóstico de TEA.
Actualmente no existe una claridad respecto a las causas de este diagnóstico. Según las últimas investigaciones pareciera ser multifactorial, considerando aspectos biológicos, de neurodesarrollo y ambientales, entre otros.
El tratamiento debe considerarse siempre de manera multidisciplinaria y dependerá de la edad de la persona diagnosticada con TEA y de su gravedad, por lo que no se puede generalizar a todo el mundo.
Actualmente existen diversos tipos de terapia dentro de las distintas especialidades entre las que podemos encontrar:
Ver más