Lo que les ocurre es relativamente frecuente, y aunque no tiene una solución rápida, suele corregirse. En primer lugar, es necesario saber que no existe un problema físico en la mujer, aunque lo lógico es suponer que no, ya que, si lo hubiera, usted nos lo habría relatado. En todo caso, si no se ha realizado ninguna exploración ginecológica nunca, si sería conveniente que lo hiciera para descartar que no haya problemas concretos que impidan el coito (infecciones, alteraciones anatómicas…). No tiene por qué darle explicaciones amplias al ginecólogo sobre el motivo de su visita, simplemente comentarle que tiene dolor al realizar el coito. En caso de que todo sea normal, que es lo más frecuente, se tratará de un caso de dispareunia o vaginismo, que es una situación en la que, por diferentes causas, pero casi siempre con un gran componente psicológico de miedo a sufrir dolor, los músculos de la vagina de la mujer se contraen involuntariamente y además no lubrica. La solución pasa por varias medidas. La primera es hablar con ella y que sepa con seguridad que se comparte con ella el problema y que no se le va a presionar, que no importa el tiempo que pase antes de solucionarlo. Hacerle saber que en ningún momento vas a forzar la situación y a hacerle daño. Que puede tener la seguridad de que cuando ella diga “para”, tu pararás inmediatamente. Además, si el miedo al embarazo está contribuyendo, las relaciones deben ser con preservativo u otro método anticonceptivo, pero que no haya dudas con este aspecto.
Una vez claros estos tres puntos, se deben realizar una serie de juegos destinados a mejorar la lubricación e ir relajando los músculos de la vagina. El uso de geles lubricantes es muy aconsejable, y estos, además de las caricias orales y con los dedos, deben ser las prácticas sexuales que debéis practicar, sin penetración. Una vez esta fase esté consolidada y hayáis disfrutado de ella, se puede comenzar con la introducción de dedos o consoladores de pequeño tamaño, pero siempre en el contexto de juego sin forzar, y sin intentar nunca la penetración. Es muy conveniente además que ella practique sola estas maniobras, ya que le dará más seguridad.
Una vez superada esta fase, podéis comenzar a intentar la penetración. La postura, la que ella prefiera. Que ella esté encima de ti le da la seguridad de controlar ella la profundidad y velocidad de la penetración y poder parar cuando quiera, ya que ella es la que controla, pero si prefiere otra postura en la que está más cómoda, mejor.
La penetración por detrás no es aconsejable en esta fase inicial, ya que, aunque es una de las que más placer produce a la mujer, tiene el inconveniente de que el pene penetra más profundamente y puede dolerle. Además, al no verte, inconscientemente tendrá sensación de no poder controlar la situación y se pondrá tensa. Una postura poca agresiva también, es ponerse de costado ambos.
Finalmente, si el problema persiste, hay que hacer una investigación psicológica de la pareja en profundidad, por si hubiera un problema de rechazo por alguna causa, y para ello están los sexólogos.