
Introducción
El estrés, la ansiedad y la depresión son condiciones que, aunque distintas, están estrechamente relacionadas. Según las evidencias científicas actuales, el estrés puede ser un precursor clave en la aparición de episodios depresivos. De hecho, se estima que más del 80% de los casos de depresión están precedidos por periodos de estrés significativo.
Los estudios médicos y psicológicos han demostrado que los acontecimientos vitales estresantes, especialmente aquellos que afectan la autoestima o deterioran las relaciones interpersonales, son predictores comunes del inicio de la depresión.
Sin embargo, es importante destacar que no todas las personas que experimentan estrés desarrollarán depresión.
Relación entre el estrés, la depresión y la ansiedad
El estrés suele manifestarse con síntomas de ansiedad, ya que esta es la respuesta natural del organismo ante situaciones percibidas como amenazantes. Cuando el estrés se vuelve crónico, puede desencadenar cambios neurobiológicos y psicológicos que aumentan el riesgo de desarrollar depresión.
La ansiedad, por su parte, actúa como un puente entre el estrés y la depresión. Las personas que experimentan ansiedad prolongada debido al estrés tienen más probabilidades de caer en un estado depresivo, especialmente si no cuentan con herramientas adecuadas para manejar estas emociones.
¿Por qué algunas personas caen en depresión tras un episodio de estrés?
La aparición de la depresión después de experiencias estresantes está influenciado por una compleja interacción de factores biológicos, psicológicos y ambientales.
En particular se pueden citar como factores relacionados:
- Predisposiciones genéticas: Individuos con alteraciones en el gen 5-HTTLPR, que regula la serotonina (un neurotransmisor clave en la regulación del estado de ánimo) son más propensos a desarrollar depresión después de eventos traumáticos o estresantes.
- Respuestas neurobiológicas: El estrés crónico produce un exceso de cortisol, que puede afectar la estructura del hipocampo cerebral, una región clave en la regulación del estado de ánimo.
- Estrategias individuales de afrontamiento: La manera en que una persona afronta el estrés influye en su riesgo de depresión. Por ejemplo, alguien que utiliza la estrategia de rumiación (darle muchas vueltas a un problema sin buscar soluciones) tiene mayor probabilidad de deprimirse después de una crisis, como una ruptura amorosa. En contraste, quienes practican estrategias activas, como realizar ejercicio o buscar apoyo social, pueden reducir ese riesgo.
Estos factores determinan la resiliencia o susceptibilidad de un individuo a la depresión frente al estrés.
¿Qué acontecimientos estresantes pueden aumentar el riesgo de sufrir depresión?
Entre los eventos estresantes que pueden desencadenar una depresión se encuentran:
- Experiencias traumáticas (agresiones físicas o sexuales, accidentes, diagnósticos de enfermedades graves o vivir situaciones extremas como guerras o desastres naturales).
- Problemas laborales y financieros (pérdida del empleo, sobrecarga laboral, dificultades económicas o endeudamiento).
- Conflictos en las relaciones sociales (problemas familiares, relaciones tóxicas o aislamiento social).
- Cambios vitales significativos (cambio de residencia o de trabajo, divorcio o separaciones, etc.).
- Duelo por la pérdida de un ser querido (es uno de los eventos más estresantes y comúnmente asociados con la depresión).



Dr. José Antonio Zumalacárregui
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco.
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