En los últimos años, con el desarrollo de los teléfonos móviles hemos visto que se han colocado antenas por todas partes; antenas repetidoras que hacen posible que los móviles tengan cobertura.
Las antenas de radiofrecuencia de las estaciones de base de emisión de telefonía móvil son estrechas y de 1 metro de longitud aproximadamente. Varias antenas de esas características se montan sobre una torre, cuya altura es generalmente de 15 a 50 metros, o sobre un edificio.
Las antenas de telefonía móvil emiten un rayo de radio frecuencia de forma horizontal y muy estrecho casi como el de un foco de luz, que es aproximadamente paralelo al suelo. Dada la escasa amplitud vertical del rayo, la intensidad del campo de radio frecuencia sobre el suelo directamente debajo de la antena es escasa y disminuye rápidamente al alejarse de ella.
A cualquier distancia, los niveles en el suelo del campo de radiofrecuencia de las estaciones de base se hallan bien por debajo de los límites marcados por las directrices internaciones para la exposición del público en general.
Algunas antenas montadas en azoteas tienen vallas para evitar que las personas se coloquen en sitios donde los campos de radiofrecuencia (RF) desbordan esos límites. Dado que las antenas montadas en paredes laterales de edificios dirigen su potencia hacia el exterior, las personas que se hallan en el interior no están muy expuestas.
Las emisiones que producen estas antenas están dentro de las llamadas de radiación no ionizante, que es toda energía en forma de ondas que se propagan a través del espacio.
Las ondas de radio generadas por algunas antenas (particularmente las de emisoras de radio FM y televisión en VHF) son más absorbidas por los humanos que las generadas por otras fuentes (tales como antenas de estaciones base de teléfonos móvil); pero una vez que la energía ha sido absorbida los efectos son los mismos.
Además, las antenas de radio FM y televisión son de 100 a 5.000 veces más potentes que las antenas de estaciones base, pero se instalan en torres mucho más altas (generalmente de 250 a 350 metros).
La energía eléctrica que utilizamos es corriente alterna con una frecuencia de 50 ó 60 Hz (Hertzios o ciclos por segundo).
La radio AM tiene una frecuencia alrededor de 1 MHz, la radio FM tiene una frecuencia alrededor de 100 MHz.
Los teléfonos móviles (celuláres) operan desde 800 a 2.600 MHz, dependiendo de la tecnología empleada y el país.
En teoría a más frecuencia menos capacidad de alterar los mecanismos fisiológicos de un organismo vivo, pero también es verdad que las dosis acumulativas y cercanas producen calor.
Esta emisión de radiación puede producir cambios eléctricos en la membrana de todas las células del cuerpo, alterando los flujos celulares de algunos iones, sobre todo el calcio, lo que podría tener efectos biológicos importantes.
Hay dudas sobre el posible efecto acumulativo del aumento de la temperatura corporal a largo plazo.
Aunque es indudable que ejercen efectos biológicos, el papel de las radiaciones no ionizantes como agentes cancerígenos es polémico.
Se piensa que, en todo caso, actuarían como promotores tumorales, con escaso o nulo poder inicial para convertir genes normales en oncogenes.
En muchos trabajos se ha determinado un mayor riesgo relativo de leucemias, tumores cerebrales y otros cánceres en sujetos que residen en las proximidades de las líneas de alta tensión y entre distintas poblaciones expuestas profesionalmente. La sospecha de asociación más firme se ha establecido con las leucemias infantiles.
También se han intentado relacionar con alteraciones del aparato reproductor, neurológico y cardiovascular, y con malformaciones fetales.
Sin embargo, los estudios son contradictorios, sobre todo por la dificultad de medir la exposición a la radiación no ionizante y los métodos epidemiológico-estadísticos usados. Así, existen múltiples trabajos en sentido contrario.
Desde el punto de vista de la salud pública, se piensa que hay que considerar estos hallazgos como serias advertencias sobre los potenciales efectos adversos de la radiación no ionizante; si bien, ante la falta de evidencia definitiva, la única recomendación podría ser la de "evitación prudente". Las actuales pruebas científicas indican que no es probable que la exposición a niveles reducidos de campos de RF, incluidos lo que emiten los teléfonos móviles y sus estaciones de base, induzca o promueva cánceres.
Para dilucidar el problema de la exposición localizada, un estudio importante, que está realizando el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer --organismo especializado de la OMS--, examina las relaciones entre la utilización de teléfonos móviles y posibles efectos adversos a largo plazo para la salud.
Un eficaz sistema de información sanitaria y de comunicación entre científicos, gobiernos, la industria y el público puede ayudar a ampliar el conocimiento general sobre la tecnología de los teléfonos móviles y a reducir desconfianzas y miedos, tanto reales como imaginarios.