Una buena instrucción de los aspectos biológicos e higiénicos es imprescindible. Los niños y adolescentes entran cada vez antes en la práctica sexual por lo que nada puede resultarles más perjudicial que conocer solo a medias el funcionamiento del "tiovivo" al que van a subirse. Informar con claridad y sentido común no es una incitación al libertinaje sino una ayuda para evitar que la diversión adolescente produzca víctimas por mera ignorancia.
Pero la mera información biológica no es suficiente, pues la realidad erótica engloba el matrimonio, la prostitución, el homosexualismo, la pornografía, la paternidad, la ternura sensual, … Pero en la actualidad parece que la propaganda de los gozos sexuales está ampliamente asegurada y necesita poco apoyo por parte de los educadores. Es un gran error.
Donde antes hubo aprensión culpabilizadora por atreverse a hacer, el bombardeo de consumismo erótico actual parece imponer la culpa por no haber hecho aún, o no haber hecho lo suficiente. Antaño se predicaba que sólo era lícito sexo para procrear, ahora, se insinúa que la procreación puede desligarse del placer sexual.
Es bueno recordar que el sexo es algo mucho más amplio, deliciosamente más amplio, que la vía de reproducción de la especie, pero también es importante insistir en cada uno de nosotros nacemos de un apasionamiento físico entre personas de sexo complementario y que ambas figuras, padre y madre, son importantes para el desarrollo psíquico equilibrado del individuo.
Viendo la televisión nos arriesgamos a que los niños lleguen a suponer que las relaciones sexuales son como una maratón donde sólo importa que cada cual obtenga lo suyo; por ello, es una tarea educativa importante explicar que el sexo es más rico cuando incorpora sentimientos, y no solo sensaciones, que lo importante no es practicarlo cuanto antes y cuanto más mejor, sino saber llegar a través de él a la más dulce de las vinculaciones humanas.