El ligamento colateral medial es un conjunto de fibras situado en la cara interna de la rodilla que conecta el fémur y la tibia.
El ligamento colateral medial, también denominado ligamento colateral tibial o ligamento lateral interno (LLI), proporciona estabilidad a la cara interna de la rodilla.
La lesión de este ligamento es frecuente en deportes como el fútbol, balonmano, hockey, rugby o el esquí, y es la lesión ligamentaria de la rodilla más común (representa hasta el 40% de las lesiones ligamentarias de la rodilla).
El ligamento colateral medial (LCM) es el que proporciona estabilidad a la región interna de la rodilla y suele lesionarse cuando a ésta se le aplica una tensión excesiva en valgo (torcedura hacia fuera) en el aspecto lateral de la rodilla cuando esta se encuentra en flexión y rotación externa.
Los desgarros del ligamento colateral lateral (ligamento lateral externo) son mucho más raros y están causados por un traumatismo hacia dentro (en varo) dirigido hacia el interior de la rodilla.
Los desgarros del LCM son más comunes en los hombres, especialmente en los atletas, y se suelen asociar a una lesión del menisco interno, o del ligamento cruzado anterior, provocando un derrame articular importante.
Inmediatamente después de la lesión, el deportista suele ser aún capaz de andar un poco apoyando la pierna afectada.
Normalmente, en el momento de la lesión el atleta refiere un “pop” audible, y siente dolor en la zona interna de la rodilla, igualmente dolorosa a la palpación, y después, cuando intenta caminar, nota como si la rodilla se "tambalease".
El deportista con un desgarro completo del ligamento colateral medial (LCM) puede referir paradójicamente muy poco dolor al realizar las maniobras, pero al mismo tiempo el médico observa una importante hiperlaxitud en ausencia de un diagnóstico definible.
La tumefacción o el derrame articular suelen aparecer al cabo de varias horas de la lesión.
Estas lesiones se pueden clasificar de acuerdo al grado de laxitud de la rodilla al aplicar un valgo forzado (empujar la rodilla hacia adentro).
Se recomienda iniciar el abordaje diagnóstico con unas radiografías simples de la rodilla en proyección anteroposterior (AP) y lateral, las cuales usualmente se reportan como normales, pero permitirán descartar otras posibles alteraciones.
La modalidad diagnóstica preferida para las lesiones del LCM es la resonancia magnética, la cual permite identificar la ubicación y extensión de la lesión, y permite evaluar la presencia de otras lesiones.
Una lesión de primer grado (leve) se trata con reposo, hielo, y elevación. Esta lesión suele solucionarse del todo en 5-10 días, tras los cuales el médico puede permitirle reanudar la actividad deportiva.
El tratamiento de los esguinces más graves debe realizarlo el traumatólogo, donde se podría recomendar el uso de férulas bloqueadas o mecánicas, aunado al reposo y uso de analgésicos, durante por lo menos 4 semanas.
Se podría indicar la cirugía en lesiones de grado III asociadas a lesiones de otros ligamentos de la rodilla, o en los casos en los que el manejo con reposo y analgésicos no muestra mejoría. Se llevará a cabo una artroscopia de rodilla, la cual identifica y trata las lesiones identificadas.
Posterior a la cirugía, será esencial una terapia de rehabilitación enfocada en recuperar los arcos de movimiento normales de la rodilla, así como la fuerza.