El ligamento cruzado anterior es un conjunto de fibras situado en la rodilla de forma oblicua entre el fémur y la tibia.
El ligamento cruzado anterior proporciona estabilidad a la rodilla durante la flexión, evitando que la tibia se desplace hacia adelante fuera de su lugar, y su rotura es una de las lesiones deportivas más frecuentes.
Es una lesión bastante común en deportes como el fútbol, el baloncesto, el rugby o el esquí, especialmente en mujeres atletas.
La lesión del ligamento cruzado anterior (LCA) es la patología ligamentosa más frecuente y grave de la rodilla.
Esta lesión suele ocurrir después de un traumatismo directo cuando se golpea el lateral de la rodilla; otras veces tiene lugar a consecuencia de una fuerza torsional asociada a una lesión por desaceleración. Las lesiones se observan cuando un deportista cambia de dirección al correr y experimenta un "bloqueo" brusco de la rodilla.
Se podría además asociar a lesiones de los meniscos (en hasta 54% de los casos), lesión del ligamento cruzado posterior, o lesiones del cartílago articular.
Con frecuencia el deportista nota un chasquido al lesionarse, cae al suelo notando un dolor intenso y es incapaz de seguir la competición.
En un 60 % al 70 % de los deportistas aparece un derrame hemático (de sangre) inmediato, o hasta antes de cumplir 24 horas después de la lesión. El lesionado refiere dolor generalizado de la rodilla, una sensación de “inestabilidad”, y dificultad para poner peso sobre la extremidad afectada, evitando estirar la rodilla.
Para valorar una lesión del LCA pueden utilizarse varias maniobras, la más común de las cuales es la prueba del cajón anterior.
La prueba del cajón anterior se realiza con la rodilla flexionada a 30 grados. El explorador se arrodilla junto a la parte externa de la pierna afectada, con una mano estabiliza el muslo y, con la otra, realiza una tracción suave, pero firme, sobre la región proximal de la tibia. Si la tibia se desplaza hacia adelante, se deberá de sospechar una lesión del LCA (ligamento cruzado anterior).
Es recomendable realizar en conjunto la prueba del cajón posterior, empujando la tibia hacia atrás, debido a la frecuente asociación de una lesión del LCP (ligamento cruzado posterior) con una lesión del LCA, sobre todo en traumatismos de alta energía, como en accidentes automovilísticos o de motocicleta.
Por la alta frecuencia de lesiones de los meniscos en conjunto con una ruptura del LCA, es valioso realizar maniobras de exploración para las lesiones de los meniscos en este momento, sin embargo, el dolor podría dificultar la realización de las mismas.
Se recomienda iniciar el abordaje diagnóstico con unas radiografías simples de rodilla, aunque normalmente aparecen normales; en algunos casos, se podría identificar un trazo denominado “fractura de Segond”, donde un pequeño fragmento de hueso se ha arrancado de la superficie de la tibia por efecto del ligamento cruzado anterior al lesionarse.
Ante la alta sospecha de una lesión del LCA, se deberá de realizar una resonancia magnética de la rodilla para confirmar el diagnóstico de ruptura. En esta se podrán identificar varios hallazgos que permitirán saber el grado y la extensión de la lesión, dictaminando el tratamiento requerido para cada tipo de lesión.
El tratamiento deberá de ser individualizado para cada paciente dependiendo de su grado de actividad, edad, y necesidades en el día a día.
El tratamiento inicial de los desgarros del LCA (ligamento cruzado anterior) consiste en reposo, hielo, compresión y elevación, junto con inmovilización estricta o uso de muletas. La rehabilitación exige el inicio precoz de ejercicios de contracción del cuádriceps para prevenir la atrofia y favorecer el reforzamiento muscular.
En algunos deportistas son útiles las rodilleras articuladas o de protección. El deportista debe dirigirse de inmediato al traumatólogo, sobre todo si se observan signos radiológicos de fractura o si existe laxitud articular, por sí es precisa una artroscopia o la reparación total del LCA. A veces la rehabilitación de una rodilla inestable por lesión del LCA (ligamento cruzado anterior) puede llevar meses.
En aquellos pacientes con inestabilidad persistente de la rodilla por este problema se realizan actualmente operaciones quirúrgicas para la reconstrucción del LCA para conseguir estabilidad en la rodilla. Se recomienda la reconstrucción del LCA en pacientes activos (sin importar la edad), o en aquellos con inestabilidad probada y rupturas únicas o parciales.
Los objetivos de la reconstrucción del LCA son:
Actualmente se discute el beneficio de realizar una reparación “tardía” del LCA, permitiendo primero que la inflamación de la rodilla disminuya, y que el resto de las estructuras de la rodilla se recuperen, a manera de disminuir el riesgo de falla de la reparación/reconstrucción.