El drenaje gingival es el procedimiento quirúrgico por el que se realiza la apertura de un absceso mediante una incisión y la ruptura de bridas, para facilitar la salida de su contenido, gérmenes, y sustancias nocivas, así como para mejorar el medio favoreciendo su oxigenación.
Un absceso es la acumulación delimitada de pus en un tejido orgánico.
Se forma un exudado purulento localizado, y el dolor se vuelve profundo, sordo y contínuo, haciéndose más soportable que en la fase de celulitis.
A la larga el absceso se abre al exterior, observádose la típica afectación de la piel o de la mucosa, dejando entrever uno o varios puntos blanco-amarillentos.
La posición adecuada del paciente y del profesional, el uso de una técnica correcta y unas medidas de asepsia son normas imprescindibles para el éxito del procedimiento. Una historia y exploración previas, así como la realización de una radiologá son también imprescindibles.
La técnica debe realizarse de una forma reglada y comprende: anestesia correcta, incisió (suficiente, práctica, estética) a poder ser intraoral, desbridamiento, colocación de un drenaje, control y cuidados postoperatorios. Se puede recoger parte del material para proceder a su cultivo. Se debe instaurar una antibioticoterapia adecuada.
Las complicaciones postoperatorias son poco frecuentes. Se puede producir: obstrucción del drenaje, sangrado, inflamación, dolor, mala cicatrización, etc.
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