Como bien saben los padres, cada bebé tiene una personalidad característica. Para describir la personalidad se ha utilizado el término temperamento, o la tendencia individual a responder de formas predecibles a lo que el entorno nos ofrece. Muchos creen que es la base de la personalidad adulta. Aunque no todos los teóricos definen o miden el temperamento de la misma forma, casi todos están de acuerdo en la siguiente clasificación en cuanto a los componentes del temperamento del bebé:
Fijándonos en estos puntos, se han encontrado tres tipos de temperamento básico de los niños y niñas al nacer:
Los demás niños no se ajustan a ninguno de estos perfiles y muestran patrones únicos del temperamento.
Sin embargo, numerosos autores coinciden en que en que el temperamento no está decidido al nacer, no es hereditario en su totalidad. La teoría del vínculo pone de manifiesto que es cierto que los niños al nacer tienen un temperamento diferente. Pero también es cierto que sus cuidadores tienen a su vez peculiaridades (flexibles, rígidos, protectores, autoritarios, ...), y que ambos, niño y cuidador, avanzan juntos en el vínculo y en el juego de reforzamientos, castigos, atenciones, juegos, encuentros, etc. El temperamento del cuidador influye de forma muy importante en el desarrollo del niño. Por ejemplo, en los casa de cuidadores con depresión o drogadicción, la vinculación es difícil e inadecuada. Los niños se resienten con facilidad en estos casos.
El tipo de vinculación se denomina apego, que según esta teoría, determina el desarrollo del niño. El apego seguro sería el mejor tipo de relación a entablar con el bebé para un desarrollo adecuado. ¿Cómo conseguirlo?
No podemos olvidar, por último, que como padres debemos tener conocimientos de las individualidades de nuestros niños, para así aprender a manejarnos mejor ante sus comportamientos y canalizar sus energías, en pro de lograr las mejores relaciones padre-hijo. Si usted tiene problemas para entender las conductas de su bebé no dude en solicitar ayuda especializada.