Suele distinguirse la intoxicación etílica ligera de la grave. Ésta última produce la pérdida de la consciencia, y el individuo no puede despertarse ni siquiera ante estímulos externos. La intoxicación aguda pasa por diversas fases que dependen de la concentración de alcohol en la sangre. El alcohol es rápidamente absorbido por el tubo digestivo. Tomado en ayunas, a los cinco minutos ya se perciben sus efectos.
La intoxicación por alcohol produce efectos sobre el sistema nervioso central, en el habla, en los reflejos, en la marcha, alteraciones de la conciencia.
Produce mareos y vómitos, así como el paso de euforia inicial a un estado de confusa embriaguez que culmina en el coma (pérdida de sensibilidad y reflejos).
Si aún no ha perdido la consciencia, conviene que el afectado vomite para evacuar los restos de alcohol del estómago, lo que se puede lograr introduciendo los dedos en la boca o tomando agua templada con sal o polvos de mostaza. Para evitar la depresión del sistema nervioso, es bueno darle café en el momento en que está entrando en una fase de estupor. Un zumo de frutas frío y azucarado compensará la hipoglucemia (descenso del azúcar en la sangre).
Si se pierde la conciencia es mejor dormir boca abajo y con la cabeza ladeada, para evitar aspirar el vómito y ahogarse mientras se duerme. En este estado se es muy sensible al frío, así que conviene abrigarse bien.