
Introducción
Uno de los objetivos de cualquier sociedad es reducir la violencia y las agresiones entre sus miembros. Muchos comportamientos violentos observados en jóvenes tienen su origen en la infancia, lo que subraya la importancia de proporcionar una educación adecuada que permita prevenirlos desde temprana edad.
Diversos estudios han identificado situaciones en las que los comportamientos violentos o agresivos tienden a emerger con mayor frecuencia:
- Cuando la víctima pertenece a un grupo social o cultural diferente, lo que evidencia prejuicios y discriminación.
- Cuando se percibe a la otra persona como una amenaza potencial.
- Cuando el entorno social aprueba o incentiva conductas agresivas o violentas.
- Cuando existe la creencia de que los beneficios de ejercer la violencia o las agresiones superan ampliamente sus posibles perjuicios.
Conocer estas razones subyacentes no solo permite prevenir la violencia, sino también diseñar estrategias para abordarla en los ámbitos familiar, educativo y comunitario, con apoyo profesional (psicólogos, psicopedagogos, etc.) cuando sea necesario.
Causas de los comportamientos violentos o agresivos
Los comportamientos violentos en niños y adolescentes pueden tener diversas causas, entre las que destacan cuatro grandes categorías:
- Incapacidad para controlar los impulsos: Se debe a la dificultad para el autocontrol. Estos niños suelen tener respuestas violentas desproporcionadas ante pequeñas provocaciones. Esta característica es frecuente en niños con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), donde la impulsividad y la dificultad para regular las emociones son predominantes.
- Inestabilidad afectiva: La irritabilidad, la frustración y la ira en la infancia están correlacionadas con conductas agresivas en el futuro. La respuesta de los padres y cuidadores ante estas emociones es crucial, ya que un ambiente que fomente la empatía y el manejo emocional puede mitigar el impacto.
- Desordenes sensoriales y cognitivos: Algunos trastornos psiquiátricos y del desarrollo distorsionan el procesamiento de la información, la capacidad de comunicación o el manejo de la angustia lo cual puede traducirse en comportamientos violentos o agresivos. Por ejemplo, es frecuente en el caso de los niños que sufren autismo.
- Factores ambientales: El entorno social y familiar desempeña un papel clave en el desarrollo de comportamientos violentos como, por ejemplo:
- Una disciplina dura o inconsistente por parte de los padres puede fomentar el desarrollo de la agresividad.
- El maltrato o el abuso en la infancia aumenta la conducta antisocial.
- La exposición a la violencia en el vecindario o la asociación con bandas se asocia tanto con agresividad como con trastornos del comportamiento.
- El abuso de alcohol y drogas por parte de las personas que cuidan al niño no proporciona un modelo adecuado de comportamiento.
- El acceso a las armas de fuego incrementa la probabilidad de cometer actos violentos.
Consejos que pueden servir de ayuda
A continuación, se ofrecen algunos consejos que pueden ayudar a prevenir comportamientos violentos en niños y adolescentes:
- No recompensar conductas o comportamientos agresivos: Si el niño prevalece o se sale con la suya en cada conflicto que involucra una agresión u obtiene alguna recompensa el comportamiento agresivo se ve reforzado.
- No usar la violencia para educar a los niños: La disciplina violenta (castigos físicos o verbales) no solo es ineficaz a largo plazo, sino que aumenta la probabilidad de que los niños desarrollen comportamientos agresivos o antisociales
- Limitar la exposición de los niños a contenidos violentos: Diversos estudios han demostrado que la exposición prolongada a la violencia en la televisión y en videojuegos puede aumentar la agresividad. Por el contrario, los videojuegos que implican la cooperación mejoran el comportamiento prosocial.
- Promover la empatía y la resolución de conflictos: Actividades que fomenten el entendimiento de las emociones propias y ajenas, junto con estrategias de resolución pacífica de conflictos, pueden reducir significativamente los comportamientos agresivos.



Dr. Ignacio Antépara Ercoreca
Especialista en Alergología por la Universidad de Navarra y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco.
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