La Enfermedad de Chagas es una enfermedad infecciosa parasitaria provocada por un protozoo denominado Trypanosoma cruzi y principalmente trasmitida por chinches.
Geográficamente, el parásito puede encontrarse desde California, en los Estados Unidos, hasta el sur de la República Argentina. En Latinoamérica los casos de Chagas se vinculan, principalmente, a la infección a través de un chinche llamado vinchuca. No obstante, en Estados Unidos y Europa se reportan también casos por transfusión de sangre.
El causante de la enfermedad de Chagas es un protozoo (Trypanosoma cruzi) que circula por la sangre multiplicándose y fijándose preferentemente en el corazón.
La infección no se transmite por saliva ni por contacto sexual.
En la fase aguda de la enfermedad se aprecian:
Al desaparecer esta fase aguda se produce un estado latente (fase crónica) con la aparición de lesiones en el corazón y en el sistema gastrointestinal. El 95% de los infectados no tiene síntomas de fase aguda y se entera accidentalmente.
En algunos casos la infección se manifiesta con el signo de Romaña o hinchazón del ojo, y en otros comienza con un estado gripal con los siguientes síntomas:
La enfermedad de Chagas se puede detectar mediante un análisis de sangre.
En diversos países latinoamericanos los análisis para la detección del Chagas en bancos de sangre o en exámenes prequirúrgicos son rutinarios.
Un 5% de los infectados tiene los síntomas clásicos (en período agudo): fiebre por más de 40 días o chagomas.
Esa minoría puede ser diagnosticada rápidamente y mediante tratamiento lograr la cura del mal.
Para el tratamiento de la enfermedad se utiliza Benznidazol y Nifurtimox. Recientemente se está utilizando el Bis-triazol con un índice de cura del 70 al 90 por ciento, matando al parásito y deteniendo la destrucción celular y la inflamación que el produce el Trypanosoma.
La enfermedad de Chagas puede presentarse por tanto de diversas maneras. La gama abarca desde la infección aguda hasta la enfermedad crónica. Sólo un 10% a un 15% se convierten en enfermedad crónica, pudiendo presentar las siguientes complicaciones de 20 a 30 años después del momento de la infección
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