La fiebre es la elevación de la temperatura corporal por encima de las cifras normales como respuesta del organismo a infecciones u otras afecciones.
En los adultos, la temperatura suele medirse en la axila y se considera fiebre cuando supera los 37.7ºC.
La temperatura normal puede variar en cada individuo según sus características, edad o actividad física, pero debe situarse dentro de unos límites. La temperatura normal de una persona sana fluctúa entre 36.1ºC y 37.7ºC.
Se denomina febrícula cuando la temperatura se sitúa entre los 37.2ºC y 37.7ºC.
Se denomina hiperpirexia a la fiebre mayor de 41.5ºC.
La hipertermia es el aumento de temperatura que no responde a los medicamentos antipiréticos o antitérmicos y es un grave riesgo para la vida.
Cuando, además de la fiebre, existen otros síntomas (como escalofríos, malestar, dolor muscular, dolor de cabeza, sudoración o se tirita) se denomina síndrome febril.
La fiebre suele estar causada por algún tipo de infección (viral, bacteriana o parasitaria). Las principales causas infecciosas son:
Las fiebres debidas a infecciones suelen ser agudas, aparecen de manera repentina y se disipan a medida que el organismo vence a la infección.
En caso de infección, es frecuente tener oscilaciones en la temperatura durante el día alcanzando su punto máximo al final de la tarde o el principio de la noche.
Sin embargo, existen otras causas de fiebre de origen no infeccioso que conviene considerar:
Una fiebre leve que dure varias semanas suele orientar hacia una enfermedad autoinmune como el lupus o algunos tipos de cáncer (leucemia o linfoma).
Existe otro grupo de personas que se diagnostica como fiebre de origen desconocido que requiere un proceso diagnóstico muy minucioso, a pesar del cual a veces nunca se llega a conocer la causa del aumento de temperatura.
La temperatura corporal se mide con un termómetro.
Actualmente, no se recomienda usar termómetros con mercurio por el riesgo de contaminación ambiental.
El termómetro más recomendable es el digital de uso directo en contacto con la piel o las mucosas. Las tiras plásticas y los termómetros a distancia (infrarrojos) pueden dar cifras inexactas con más frecuencia.
El termómetro se puede colocar en:
Dependiendo del sitio de medición, puede haber variaciones en la temperatura medida.
No se recomienda medir la temperatura tras una comida o tras realizar ejercicio físico. Es necesario esperar al menos 30 minutos después de estas actividades.
Se debe considerar la fiebre como una urgencia médica en los siguientes casos:
Para diagnosticar la causa de la fiebre se siguen varios pasos:
La decisión de tomar más exámenes depende del resultado de estos tres pasos, pero casi nunca es necesario.
El tratamiento debe orientarse a abordar la causa subyacente de la fiebre.
Para controlar los síntomas y disminuir la temperatura del paciente se pueden usar las siguientes medidas:
Hay que tener cuidado con administrar medicamentos a embarazadas o en caso de padecer úlcera péptica, asma o enfermedades renales o hepáticas.
La mayoría de infecciones por virus solo necesitarán tratar la fiebre y los síntomas molestos y recomendaciones de nutrición e hidratación.
Sin embargo, en pacientes susceptibles, pueden requerir manejo hospitalario como ocurre con el COVID 19, por ejemplo.
En caso de que se sospeche de una infección por bacterias, se pueden administrar antibióticos según la patología que se sospecha o antibióticos de amplio espectro si se desconoce, siempre bajo prescripción médica.
El tratamiento antibiótico siempre se debe realizar exactamente con la frecuencia y la duración indicadas por el médico, así haya mejoría inmediata, para evitar la proliferación de bacterias resistentes a los antibióticos.
Las causas no infecciosas de fiebre requerirán manejo dependiendo de la enfermedad que se diagnostique, por lo general por parte de especialistas médicos.
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