La fractura del tobillo es la rotura parcial o completa de alguno de los huesos que forman el tobillo.
El tobillo está formado por tres huesos, la tibia, el peroné y el astrágalo junto con los ligamentos que los conectan. Las partes finales de la tibia y el peroné acaban en unas prominencias óseas denominadas maléolos.
Se puede hablar de dos causas principales de fractura del tobillo:
Es una lesión bastante frecuente en la práctica médica. Se estima que ocurren de 1 a 2 casos por cada mil habitantes al año.
Es frecuente esta lesión en deportistas a los que se les queda atrapado el pie al torcer. también es frecuente en mujeres postmenopáusicas que tropiezan y se caen.
Las fracturas de tobillo se pueden clasificar según dos sistemas:
Cuando se produce una rotura en algún hueso del tobillo suele acompañarse de:
Para poder observar correctamente la fractura es necesaria la realización de radiografías del tobillo con varios ángulos (lateral, anteroposterior y Mortise).
En general, salvo que no se hayan producido desplazamientos, lo normal es operar quirúrgicamente para realinear los huesos. Las lesiones de tipo A puede tratarse de forma conservadora sin necesidad de operación quirúrgica. En la mayoría de las lesiones tipo B y en todas las del tipo C está indicada la cirugía.
La forma conservadora consiste en enyesar el tobillo por un periodo de unas 6 semanas.
La operación quirúrgica suele requerir placas o tornillos. Lo ideal es operar la lesión en pocas horas antes de que la hinchazón sea muy elevada. Si no es posible habrá que esperar varios días (de 6 a 8) hasta que remita la inflamación para poder operar.
Una complicación frecuente que suele aparecer después de la operación es la artritis post-traumática en las articulaciones del tobillo.