El juego patológico o ludopatía es un trastorno que se encuentra dentro de la categoría de adicciones sin sustancias, cuya característica principal es que existe una conducta de juego que es recurrente y desadaptativa, que altera la continuidad de la vida personal, familiar o profesional.
El juego patológico es un trastorno donde se aprecia un descontrol de impulsos en lo relativo al juego, lo que domina su vida en detrimento de otras obligaciones como lo es su trabajo, familia, vida social o situación económica.
En este caso se excluyen diagnósticos en los que el juego esté asociado un trastorno de personalidad antisocial o juegos excesivos en pacientes maníacos.
En este caso, para que una persona sea diagnosticada con este trastorno debe presentar al menos cuatro de las siguientes características por al menos 12 meses:
Lo que se refiere actualmente en los estudios realizados, es que las causas de este trastorno son multifactoriales, es decir, existen una multiplicidad de factores o situaciones que en su conjunto pudieran influir en el desarrollo del juego patológico.
Se ha visto que, en un alto porcentaje, este tipo de conductas se inician en la adolescencia en donde además se aprecian como factores de riesgo el consumo de sustancias y algunas características familiares como la impulsividad o la historia familiar frente al juego.
Ahora bien, a nivel social uno de los factores que se analiza como un alto riesgo es que los juegos de azar se fomentan a través del uso de internet y se valida como una forma de entretenimiento. Si a esto se le suma que en muchos países no hay leyes que restrinjan el juego de azar, es un potencial factor de riesgo para algunas personas.
A nivel neurobiológico también existen varias teorías respecto a cómo funcionan ciertas rutas neuronales en el cerebro que se relacionan con los sistemas de gratificación (dopamina y serotonina), así como también otras áreas del cerebro que pudieran estar implicadas, pero no existe un consenso claro al respecto.
A nivel genético algunos estudios refieren que podría haber un componente genético en el desarrollo de este trastorno si es que los padres tenían también conductas de ludopatía.
A nivel psicosocial, se pudiera pensar en cómo los factores familiares han influido en la necesidad de gratificación a través de la recompensa de dinero o de cómo los progenitores han manejado la contención emocional, entre otros factores.
Finalmente, también se ha visto que mantiene comorbilidad con otros trastornos como por ejemplo trastornos de ánimo, abuso de sustancias, trastornos de ansiedad o trastornos de personalidad por nombrar algunos.
Cabe mencionar que ninguno de estos aspectos por sí mismos permitiría el desarrollo del trastorno, si no la conjunción de algunos de estos factores.
En este punto, será importante considerar si la persona que es diagnosticada con este trastorno tiene además otro trastorno como comorbilidad, ya que eso cambiaría el tipo de tratamiento al que se pudiera someter.
A nivel farmacológico, no se evidencia a través de los estudios un medicamento en específico que permita abordar este trastorno, pero sí se indican algunos buenos resultados, dependiendo de la situación individual de cada sujeto, con medicamentos como estabilizadores del ánimo, antagonistas del receptor opioide µ, inhibidores de la recaptación de serotonina y antipsicóticos típicos y atípicos.
Como terapias no farmacológicas, las psicoterapias en la línea cognitivo-conductual, los grupos de autoayuda, la terapia comportamental y los tratamientos de rehabilitación hospitalaria son algunos de los mecanismos utilizados.
Los estudios actualmente refieren que este trastorno afectaría al 1 - 3% de la población.
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