En psicología y psiquiatría se utilizan con frecuencia tests que se aplican a los pacientes con el fin de obtener datos objetivos de su personalidad, su conducta, ... Son instrumentos que se derivan de estudios muy complejos, basados en la estadística: a partir de muestras de muchos sujetos se crean unos baremos con los que luego se compararán las puntuaciones del sujeto evaluado. Así, si sabemos de antemano que muchas personas ya diagnosticadas de depresión han obtenido las mismas puntuaciones que el sujeto evaluado, podemos inferir que nuestro sujeto es muy probable que sufra depresión. Sin embargo, a causa de los errores que en cualquier ámbito se comenten en la medición, siempre se complementará el resultado del test con otras fuentes de información como la terapia, la observación, ...
Hay que distinguir este tipo de tests que han sido objeto de validación por profesionales de los que nos encontramos en las revistas. No tienen absolutamente nada en común. La elaboración de un test psicométrico requiere de muchos medios, profesionales, sujetos de muestra, complejos cálculos estadísticos, seriedad y puede ser verdaderamente extensa en el tiempo. Además tienen unas normas muy específicas de aplicación e interpretación, y requieren muchos conocimientos, por lo que solo pueden ser aplicados por un profesional.
Es muy común que los psicólogos los utilicen en "selección de personal". Son tests cuyo objetivo es seleccionar trabajadores según los parámetros que la empresa exige. Estos tests están diseñados teniendo en cuenta que estos sujetos siempre tratarán de dar una imagen más positiva de sí mismos con el fin de ser seleccionados. Para ello con preguntas cuyo fin es medir la sinceridad, por ejemplo.
Uno de los tests más utilizados en muchos centros es el MMPI (Inventario multifásico de personalidad de Minnesota). Está diseñado por todo un comité para evaluar un gran número de patrones de personalidad y trastornos emocionales. Tuvo que ser adaptado al castellano, y para ello se volvieron a hacer todos los cálculos con muestras españolas. Requiere de compromiso por parte del evaluado ya que cuenta con más de 500 ítems de verdadero o falso. También es necesario un nivel de estudios de 2º de la E.S.O para comprender el lenguaje sin problemas. Mide entre otras muchas cosas, la depresión, la paranoia, la esquizofrenia, la ansiedad, ...
Otro ejemplo muy conocido es el test de Inteligencia C.I. (coeficiente intelectual). Solo puede aplicarse hasta los 18 años y lo que hace es medir la edad mental del sujeto comparándolo con un gran número de sujetos. Una vez obtenida se divide por la edad cronológica y se multiplica por cien. Por ello aquella persona que tenga la misma edad cronológica que mental tendrá un C.I. de 100, que es lo normal.
Hay que tener en cuenta que no todos los psicólogos y psiquiatras están de acuerdo con la medición ya que algunos no creen que las características psicológicas sean susceptibles de ser medidas. Además, algunos como los humanistas, objetan que somos demasiado diferentes como para ser clasificables y que se nos pueda poner una "etiqueta". Lo que es cierto es que el resultado de un test puede ser útil solo en el momento concreto porque nada en nosotros es totalmente estable, la personalidad no es rígida, cambiamos en base a los acontecimientos que van surgiendo en nuestra vida, y que van modelando nuestra forma de ser.