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Sufro calambres intensos y duraderos que me han hecho desarrollar agorafobia ¿A qué especialista debo acudir para que me ayude?

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Pregunta

Quisiera saber qué me pueden recomendar para un tema que, sin revestir gravedad ni ser ninguna enfermedad en sí, me resulta muy invalidante en el día a día. Sufro de calambres musculares en los pies (a veces también en los gemelos, pero muy poco), casi siempre durante las noches y, a veces, cuando estoy estirada o en reposo, durante el día. Me cuesta mucho quitármelos y me producen un gran nerviosismo, de tal forma que he desarrollado una agorafobia, derivada del terror que me produce que me de un calambre en la calle, cosa que ya me ha pasado.

Este tema lo vengo sufriendo desde hace unos 15 años y lo fui superando casi completamente (estuve acudiendo al psiquiatra, que me recetó, entre otras cosas, tranquilizantes, además de que entonces no me daban tantos calambre como ahora).

En el verano del año pasado y, a raíz de que hizo muchísimo calor y en mi trabajo de administrativa en un pabellón no hay ventilación ni aire acondicionado, comencé a sufrir de calambres nocturnos casi a diario, sin poder descansar y sufriendo una crisis tremenda de la agorafobia, que ya creía superada; incluso tuve que dejar el trabajo durante unos meses. Además, salía siempre con las piernas muy hinchadas y sentía hormigueos, más que dolor. Este tema se me suele agravar más en la segunda mitad del ciclo menstrual, cuando suelo retener líquidos. Desde entonces, durante los meses de invierno me he encontrado un poco mejor, pero a partir de marzo vuelvo a empeorar.

El psicólogo que me atiende cree que la agorafobia depende exclusivamente de mi terror a estos calambres y me recomienda acudir a un especialista para acabar con ellos.

Fui al especialista de circulación periférica, que me dijo que a nivel arterial no tengo ningún problema y que tengo una insuficiencia venosa, aunque tampoco le dio mucha importancia. No tengo varices, aunque sí pequeñas arañas vasculares y venillas dilatadas; me recetó ya hace meses Daflon 500, que me ha mejorado mucho, sobre todo al principio, pero que ahora no sé si es tan efectivo (si estoy bien no tomo nada, en los peores días tomo 2, 3 y hasta 5 comprimidos).

También llevo muchos meses usando medias de compresión, agua fría, geles, masajes, cuido con esmero el calzado que uso y la salud de mis pies (tengo los metatarsianos caídos y cuido extremadamente la pedicura) y procuro no estar mucho tiempo de pie.

Desesperada, he llegado a acudir a una homeópata, que me administra algo para las contracturas musculares y algo contra una intoxicación por cobre que dice creer que tengo (el año pasado, unos días antes de desencadenarse esta crisis, me retiraron un DIU de cobre que tuve puesto durante 4 años). No sé si tampoco mejoro, hace poco que estoy yendo.

Se me olvidaba recordar que no bebo alcohol, tengo buena salud y soy fumadora de unos 5 o 6 cigarros diarios. En mi familia hay precedentes de mala circulación sanguínea de retorno, pero nadie tiene este problema con los calambres.

Les agradecería que me indicaran si hay soluciones para este problema que tanto me molesta o a que especialidad médica debería acudir.

Respuesta

En primer lugar, debo decirle que su problema no es grave, y que hay mucha gente como usted que lo padece. Las medidas que está tomando son muy útiles, así con la realización de ejercicio de baja intensidad que no cargue demasiado las piernas, como la bicicleta estática. Pese a que no haya nada científicamente demostrado en cuanto a la eficacia de la homeopatía, debe saber que puede ser útil para su padecimiento, y que su tratamiento es a largo plazo.

El termino calambre se conoce como una contracción súbita, involuntaria y dolorosa de un músculo esquelético, manifestada por endurecimiento visible y palpable de éste. La contracción abarca parte o la totalidad de un músculo y en general, su duración va desde segundos hasta pocos minutos. Normalmente esta contracción desaparece cuando se realiza un estiramiento del músculo, pudiendo volver a aparecer si realizamos una contracción importante de l mismo músculo.

Las causas mas frecuentes son:
  1. Calambre ordinario (el más frecuente).
  2. Alteraciones nerviosas (tipo hernia discal).
  3. Calambres por calor.
  4. Calambres por hemodiálisis.
  5. Desordenes hidroeléctricos (deshidratación o pérdida de sodio).
  6. Hipoglucemia.
  7. Aumento de urea en sangre.
  8. Calambre inducido por medicamentos: Nifedipino, betaagonistas (Salbutamol, Terbutalina), alcohol, Clofibrato, Penicilina, Cimeditina, Apomorfina, Litio, Morfina, Ácido nicotínico, entre otros.
La causa más común es el calambre ordinario: es la forma más frecuente y en general ocurre en personas sanas y durante el reposo, rara vez después de esfuerzo trivial; son frecuentemente nocturnos, asimétricos y afectan principalmente a los gemelos y pequeños músculos de la planta del pie, causando que el pie se estire y los dedos se encojan. Afectan con mayor frecuencia a grupos de edad avanzada.

Estos calambres pueden tener incidencia familiar, siendo más comunes en aquellos con músculos bien desarrollados y en los últimos meses de embarazo. Por definición, pacientes con este tipo de calambres no tienen alteración del agua y sales (alteración hidroelectrolítica).

Estos calambres tienen inicio explosivo en un músculo que está en su posición de mayor acortamiento y que se contrae voluntariamente. En la cama pueden ocurrir simplemente porque el pie está estirado, aplastado por la ropa de cama, coloca la pantorrilla y músculos plantares del pie en la posición más acortada y vulnerable. La intensidad del calambre no se relaciona a la intensidad del esfuerzo realizado.

Algunas personas padecen de calambres diurnos que ocurren durante o después de ejercicio intenso, pudiendo afectar cualquier músculo de las extremidades, tronco o cuello, siendo en el resto de características iguales a lo comentado anteriormente.

Pese a que el calambre ordinario representa el 95% de los casos, es conveniente realizar pruebas complementarias para descartar otras patologías como las comentadas.

Existe otro tipo de patología que se denomina Síndrome de las piernas inquietas, y que es un trastorno neurológico leve que afecta al 10% de la población y que consiste en molestias en las piernas que hacen que el afectado tenga una necesidad irrefrenable de mover las piernas. Estas sensaciones empeoran con la inactividad, el calor, el embarazo, la falta de hierro, y pueden ser de tal magnitud que pueden interferir el sueño, pero no hay esa sensación de endurecimiento del músculo que aparece en los calambres ordinarios.

En cualquiera de los dos casos comentados, el especialista que debe realizar un diagnóstico debe ser un neurólogo, que estudie el origen de sus síntomas.

Referencias

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