El pioderma gangrenoso es una enfermedad de la piel en la que aparecen granos llenos de pus (pústulas) que rápidamente se abren y forman amplias llagas muy profundas y dolorosas (úlceras).
El 50 % de los casos de pioderma se asocia a otras enfermedades sistémicas. Las más frecuentes son las enfermedades autoinmunes (artritis reumatoide, enfermedad inflamatoria intestinal, etc.) y el cáncer.
La causa del pioderma gangrenoso es desconocida, aunque se ha sugerido que el problema pueda ser autoinmune y por lo tanto se deba a una mala respuesta inmunitaria del organismo la que provoque la enfermedad.
Es una enfermedad rara que afecta a una de cada 100.000 personas. Normalmente afecta a mujeres entre la 3.ª y la 5.ª década de vida.
Inicialmente los pacientes presentan una inflamación de las glándulas de la piel (folículos) que se va expandiendo hasta que se producen acúmulos de pus dentro de la piel (abscesos). Finalmente, los abscesos se abren, drenando el contenido al exterior, y formándose amplias llagas (úlceras) en la piel que pueden llegar a exponer los músculos y tendones. Estas llagas son muy dolorosas y pueden tardar semanas en curarse.
El diagnóstico se basa en las características clínicas de las lesiones (apreciadas por el profesional sanitario). No existe ninguna prueba de laboratorio para diagnosticarla, pero se acostumbra a realizar una biopsia para descartar otras posibles causas.
Inicialmente se debe proceder al lavado de las heridas con suero fisiológico y curas oclusivas.
Dependiendo de la severidad de la enfermedad se usan corticoides tópicos (aplicados directamente a la herida) en los casos leves y corticoides orales en los casos más graves.
Finalmente, para los casos más graves, también puede ser de ayuda la cirugía. En esta, el cirujano extirpa piel de otra zona del cuerpo para tapar las lesiones provocadas por el pioderma gangrenoso.
Siempre que el pioderma esté asociado a otra enfermedad, también se debe tratar esta enfermedad con el tratamiento específico adecuado.
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