El síndrome de Turner es una enfermedad hereditaria que afecta sólo a las mujeres, y ocurre en una de cada 2.500 niñas.
Se llama así en honor al endocrinólogo estadounidense Henry H. Turner, quién fue el primero en detectarlo a principios del siglo XX.
Las niñas y mujeres con síndrome de Turner son generalmente de baja estatura y con los senos y los genitales insuficientemente desarrollados.
También padecen amenorrea (ausencia de menstruación).
El síndrome de Turner ocurre cuando una mujer no tiene uno o parte de uno de los cromosomas X.
Esto puede ocurrir cuando un óvulo es fertilizado por un espermatozoide con un cromosoma X anormal, o cuando el óvulo no tiene el cromosoma X.
El síndrome de Turner es un defecto genético, o más específicamente una anomalía en los cromosomas sexuales.
Los principales síntomas son:
Una mujer que no ha menstruado a los 15 años debe visitar al médico, aún sin tener ningún otro síntoma. Hay muchas otras razones que explicarían la ausencia de menstruación, pero se ha de eliminar la posibilidad de que fuera el síndrome de Turner.
El doctor tras un examen físico y un estudio de la historia clínica para determinar si en la familia hay una tendencia a la baja estatura o a problemas con la menstruación y el desarrollo sexual, pedirá una serie de análisis de sangre y orina.
El tratamiento consiste en la administración de estrógeno, la principal hormona femenina.
El estrógeno promueve el desarrollo de los rasgos sexuales secundarios, como el crecimiento de los senos o el vello púbico.
Normalmente, el estrógeno se produce en los ovarios, pero las mujeres con síndrome de Turner tienen tejido fibroso donde deberían estar los ovarios.
El tratamiento con estrógeno no se puede comenzar hasta la adolescencia, porque esta hormona causa una mayor supresión del crecimiento.
Si además de los estrógenos, se administrara progesterona, estas mujeres menstruarían aunque no tuviesen ovarios para producir óvulos.
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