
¿Qué deberíamos saber?
El síndrome de la Tourette es un trastorno neurológico que provoca movimientos musculares repentinos y repetitivos llamados tics motores y sonidos indeseados conocidos como tics fónicos o vocales.
Los tics aparecen varias veces al día, de forma recurrente, a lo largo de mucho tiempo.
Se diagnostica por la presencia de por lo menos dos tics motores y uno fónico o vocal durante por lo menos un año y por su aparición antes de los 18 años.
Además, los tics no se deben asociar al consumo de ninguna sustancia ni a otras enfermedades neurológicas.
La prevalencia del síndrome de Tourette guarda relación con la edad. Están afectados muchos más niños (5-30 por 10.000) que adultos (1-2 por 10.000) dado que es una alteración del desarrollo del sistema nervioso.
Es más común en niños que en niñas, la edad más frecuente de aparición es entre los 5 y 7 años y en la mitad de las personas afectadas los síntomas desaparecen en la edad adulta, mejoran en muchos otros y solo permanecen en cerca del 10%.
¿Cuáles son los síntomas del síndrome de Tourette?
Aproximadamente en la mitad de los individuos con este trastorno de Tourette, los primeros síntomas suelen ser tics simples, siendo el más frecuente el parpadeo.
Con menos frecuencia, los tics iniciales afectan otras partes del rostro o del cuerpo y pueden consistir en muecas faciales, giros de la cabeza, esnifar, saltar, aclarar la garganta, pronunciar sonidos o palabras.
La localización, frecuencia, complejidad y gravedad de los tics varían a lo largo del tiempo. Los tics motores pueden afectar a cualquier parte del cuerpo, más frecuentemente rostro, cuello y hombros y un poco menos torso y extremidades.
Los tics motores simples son contracciones rápidas, sin significado, de uno o varios músculos, como el parpadeo.
Pero también pueden presentarse otros más complejos como tocar, agacharse, doblar las rodillas, dar pasos hacia atrás y hacer giros mientras se camina.
Los tics vocales incluyen distintas palabras o sonidos, como chasqueos, gruñidos, aullidos, ladridos, olisqueos, bufidos o toses.
La coprolalia, un tic vocal complejo que entraña la expresión de obscenidades, se da en una pequeña minoría, por lo que no se requiere para diagnosticar este trastorno.
Este trastorno de Tourette suele ir acompañado de obsesiones y compulsiones, hiperactividad, distraibilidad e impulsividad.
Con frecuencia se observa malestar social, vergüenza, excesiva autoobservación, desmoralización y tristeza, lo cual puede interferir de forma muy serie en la vida afectiva, social y laboral del individuo.
¿Existe tratamiento para el síndrome de Tourette?
No existe cura para el síndrome de Tourette.
El objetivo del tratamiento es ayudar a controlar los tics para que no obstaculicen la vida del paciente.
No se ha podido llegar a un consenso de cuál debería ser el tratamiento para todas las personas con síndrome de Tourette porque cada caso es muy diferente.
Sin embargo, se dan las siguientes recomendaciones:
- Se debe educar al paciente y a su familia acerca de la enfermedad y cómo afrontarla.
- Se debe hacer énfasis en el apoyo psicológico para disminuir la ansiedad que provocan los tics.
- Se debe establecer si el síndrome de Tourette se asocia a otras condiciones como el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) y el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y se deben tratar estas enfermedades.
- Se pueden considerar de manera individual diferentes opciones de tratamiento para los tics entendiendo que solo controlan un poco los síntomas y pueden tener efectos adversos. Las alternativas son:
- Tratamiento farmacológico
- Tratamiento conductual
- Estimulación magnética transcraneal
- Tratamiento neuroquirúrgico
¿Qué complicaciones pueden aparecer?
Entre las complicaciones infrecuentes en el síndrome de Tourette cabe citar las lesiones físicas inducidas por autoinflicción (extracción de ojo), problemas ortopédicos (consecuencia de tics motores) y problemas cutáneos (por rascar o lamer).
En la edad adulta, las personas que han sufrido esta enfermedad pueden presentar otros trastornos como depresión y trastorno bipolar, trastornos de ansiedad, déficits de motivación y alteraciones neuropsicológicas: disminución de las capacidades intelectuales, problemas de atención, memoria, lenguaje y otras habilidades necesarias para la resolución de problemas.
La vulnerabilidad al trastorno de Tourette parece ser de carácter genético, sin embargo, en algunos individuos no se evidencia la existencia de un patrón familiar.



Dr. Ignacio Antépara Ercoreca
Especialista en Alergología por la Universidad de Navarra y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco.
Autor originalDra. Yolanda Patricia Gómez González
Especialista en Medicina general y licenciada en medicina por la universidad nacional de Colombia.
Revisor clínico