El codo de tenista o epicondilitis es una lesión de los músculos y tendones en la cara lateral externa del codo, que procede de un sobreuso o de esfuerzos repetitivos de los extensores de la muñeca.
La contracción repetida de las fibras musculares del antebrazo genera una tensión localizada en los puntos de inserción de los tendones en el hueso del codo.
Aparece en múltiples deportes como el tenis y otros deportes que utilizan raqueta o pala, lanzadores, jugadores de golf, trabajadores manuales y músicos.
Existen principalmente dos tipos de lesiones:
La lesión más frecuente de extremidad superior en el tenis es la lesión lateral de codo, resultado de un esfuerzo excesivo o repetitivo sobre los tendones extensores del antebrazo, en particular los del músculo extensor corto del carpo.
Es más frecuente en el jugador amateur de tenis y la lesión suele ser resultado de un revés con mala técnica (golpear la bola a contragolpe, cargando la energía sólo en el antebrazo, en vez de en todo el brazo desde el hombro) o de un potente saque de smatch en el que se combinen pronación (palma hacia abajo) y flexión rápida de la muñeca, cargando todo el esfuerzo en los referidos tendones extensores del antebrazo.
Epicondilitis medialLa epicondilitis medial es menos frecuente, y ocurre de forma característica con actividad flexora y pronación simultáneas de la muñeca, como puede ocurrir en el tenis:
Debe tenerse en cuenta que la epicondilitis no se limita a jugadores de tenis, golf, béisbol o nadadores, sino que se puede dar en cualquier actividad que ponga los compartimentos medial o lateral del codo bajo esfuerzos repetitivos similares (martillear, uso de destornilladores, o incluso trabajo de ordenador, etc.).
De forma general, en toda epicondilitis puede notarse dolor al sujetar o agarrar objetos, falta de fuerza en el antebrazo, y dolor a la presión en el codo, en los puntos de inserción de los tendones.
Los síntomas dependerán del tipo concreto de epicondilitis. Los más comunes son:
Antes de llegar a su diagnóstico definitivo (aunque el cuadro clínico ya es muy sugerente), se deberían descartar otras lesiones como dolores irradiados de cuello, o atrapamientos del nervio a su paso por determinados músculos que en ocasiones pueden confundir el diagnostico.
El tratamiento consiste en corregir la causa que lo ha provocado, reposo, antiinflamatorios, y hielo.
Si con estas medidas no se soluciona el problema, se puede hacer una tanda de tratamiento fisioterápico consistente en ultrasonidos, láser, masaje de la musculatura del antebrazo y masaje transverso en la zona dolorosa (epicóndilo) que es bastante doloroso.
Este tratamiento debe prolongarse durante por lo menos 15 a 20 sesiones. Pasado este tiempo es conveniente seguir en reposo unos 15 días más e iniciar la actividad progresivamente.
Si no mejora al cabo de esta actuación, está indicado una tanda de infiltraciones (hasta tres) en el epicóndilo.
La infiltración en la zona dañada se puede aplicar antes del tratamiento fisioterápico, o después, dependiendo del criterio del traumatólogo que lo prescriba.
Si con estas medidas correctamente aplicadas no remite su dolor, y este es importante, se plantea la intervención quirúrgica, en la que se secciona el tendón que está provocando los dolores.
Una vez cortado, este tendón se “pega” un poco más abajo del hueso donde estaba antes, quedando la zona menos tirante, y desapareciendo el dolor. Es una intervención que da buenos resultados.
Si es cuidadosamente seleccionada tiene un 90-95% de éxitos.
En casos en los que por la intensidad de la lesión y la necesidad de estar al 100% en el mínimo tiempo posible (por ejemplo, en gimnastas de muy alto nivel o corredores de motos, etc.), se suele recurrir a la intervención sin pasar por los anteriores pasos.
1. Material: Las raquetas de grafito se consideran las mejores en cuanto a control de vibración y torsión.
2. Tamaño: Se prefieren las raquetas de tamaño medio (95-110 pulgadas cuadradas). Las más grandes pueden conseguir mejores golpes, pero hacen el brazo más susceptible a lesiones. Asimismo, el tamaño del mango tiene que ser ajustado a la mano de uno para impedir el movimiento excesivo de muñeca.
3. Cordaje: Nylon sintético, con recordaje al menos 1 vez al año. En cuanto a la tensión, conviene mantenerla en el límite bajo más que en el alto, lo que disminuye la vibración transmitida al brazo.