La difteria es una enfermedad infecciosa producida por una bacteria que se caracteriza por la aparición de falsas membranas (pseudomembranas) en la nariz y la garganta.
La bacteria produce también unas toxinas que pueden afectar a otros órganos produciendo:
El período de incubación de la enfermedad es de 1 a 10 días, con una media de 2 a 5 días.
Es una enfermedad epidémica causada por la bacteria Corynebacterium diphtheriae
La enfermedad suele presentarse en lugares con escasa higiene donde la gente vive hacinada y no han sido vacunados.
La difteria suele aparecer con mayor frecuencia en zonas templadas durante los meses fríos del año y afecta predominantemente a niños de 2 a 6 años. Más del 80% de los casos ocurren en menores de 10 años
Se transmite por contacto de persona a persona, a través de secreciones respiratorias (tos, estornudos) que contienen el germen.
También se ha comprobado su transmisión por lesiones de la piel, así como a través de leche contaminada.
La vacuna contra la difteria se administra conjuntamente con la del tétano y la tosferina (vacuna DTP) y protege contra el contagio de la enfermedad
La difteria afecta predominantemente el aparato respiratorio, desde la nariz hasta los bronquios, si bien la infección en la faringe es el síntoma más frecuente.
Los principales síntomas que se presentan son:
La afectación nasal se manifiesta por:
La afectación de la laringe altera la voz del paciente y ocasiona:
Es muy característica la presencia de adenopatías (hinchazón de los ganglios) moderadamente dolorosas en la parte anterior del cuello y cuello de búfalo (acumulación de grasa en la parte posterior del cuello) que suele ser muy doloroso.
El enfermo suele estar debilitado, pálido y con aspecto de padecer una enfermedad grave.
En la exploración puede observarse una membrana de color gris verdoso en la garganta en ocasiones extendida hasta la faringe.
El estudio microscópico de las pseudomembranas teñidas con Gram permite identificar la bacteria.
La medida terapéutica más eficaz es la administración de antitoxina diftérica, que debe administrarse lo más temprano posible y siempre antes de los 10 días de enfermedad.
La antitoxina debe administrarse a dosis de 20.000-100.000U por vía intravenosa. Además de la antitoxina, los pacientes deben recibir antibióticos (penicilina G procaína, 600.000U 2 veces al día) durante un período medio de 10 días para tratar de eliminar el microrganismo.