
¿Qué es el hidrocele?
El hidrocele testicular es una colección de fluido acuoso dentro de la funda que sujeta el testículo (o escroto).
Los hidroceles son una causa muy común de inflamación escrotal y pueden darse en uno o en los dos testículos.
Proviene del griego "hidro" (agua) y "cele" (tumor).
¿Por qué se produce el hidrocele?
Normalmente, el escroto contiene líquido justo y suficiente para lubrificar el testículo.
El hidrocele se desarrolla o porque el organismo produce más líquido del necesario (inflamación del testículo y sus apéndices), o porque el escroto no absorbe el suficiente líquido (obstrucción linfática o venosa).
El hidrocele puede aparecer a cualquier edad, pero es más frecuente en los hombres mayores debido a alguna lesión o infección en el escroto que altera este intercambio de líquido.
El hidrocele congénito se presenta en 1 a 2% de niños recién nacidos y suele desaparecer al año de edad sin tratamiento.
Suele asociarse a otras alteraciones congénitas de testículos y escroto como criptorquidia y hernia inguinal.

¿Qué síntomas produce un hidrocele y cómo se diagnostica?
Generalmente, el hidrocele no produce síntomas molestos.
Para ayudar a diferenciar el hidrocele de un tumor u otra causa de inflamación, el médico debe palpar el área inflamada cuidadosamente e introducir una luz en el escroto. Si la inflamación es un hidrocele, la luz brillará a través del escroto. Este procedimiento se llama transiluminación.
Puede ser necesario también en algunos casos un examen con ultrasonidos (ecografía).
¿Cuál es el tratamiento del hidrocele?
El hidrocele no es grave. Generalmente no necesita tratamiento a no ser que el escroto esté tan inflamado que sea muy incómodo.
En los niños en los que no desaparezca el hidrocele al año de edad o en los que el líquido tensione el escroto (hidrocele a tensión), se realiza cirugía porque suele convertirse en una hernia inguinal.
Cuando el hidrocele necesita tratamiento, se utilizan dos opciones:
- Cirugía (casi siempre).
- Aspiración con aguja. En algunos casos, es posible extraer el fluido con una aguja y jeringuilla. Este procedimiento es muy simple, pero como el fluido tiende a acumularse otra vez, no se suele aplicar. Además, la aspiración con aguja es potencialmente arriesgada por la posible introducción de una infección. Por ello la aspiración sólo se utiliza en pacientes con alto riesgo en cirugía.



Dr. Ignacio Antépara Ercoreca
Especialista en Alergología por la Universidad de Navarra y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco.
Autor originalDra. Yolanda Patricia Gómez González
Especialista en Medicina general y licenciada en medicina por la universidad nacional de Colombia.
Revisor clínico