Las leishmaniasis (o leishmaniosis) son un grupo de enfermedades causadas por parásitos del género Leishmania.
Estos parásitos son transmitidos a animales y personas a través de la picadura de hembras de un tipo de mosquito llamado flebótomos.
Las consecuencias de la enfermedad, varían desde úlceras cutáneas que cicatrizan espontáneamente hasta presentar inflamación severa del hígado y del bazo.
Aunque se han descrito casos de transmisión interhumana (transfusión de sangre, trasplante de órganos o uso de drogas por vía parenteral) las leishmaniasis son enfermedades que normalmente se transmiten a través de flebótomos que se han infectado previamente al picar animales o humanos infectados.
Diversos mamíferos, tanto domésticos como salvajes (roedores, perros, gatos, ratas, osos hormigueros, perezosos, zarigüeyas, etc.), han sido identificados como reservorios naturales (huésped que porta y transmite el parásito aunque no se encuentre afectado por la enfermedad).
Las leishmaniasis tienen una distribución global y afectan a unos 90 países en América del Sur, América Central, Europa, África y Asia.
Se suele hacer una diferenciación entre las leishmaniasis del Viejo Mundo (Europa, Asia y África) y del Nuevo Mundo (América).
Las leishmaniasis se suelen clasificar según los tres principales tipos clínicos:
Se caracteriza porque, después de semanas o meses de la picadura del mosquito, aparece una o múltiples úlceras (llagas) cutáneas indoloras, las cuales pueden curar espontáneamente dejando una cicatriz o permanecer de manera crónica durante años.
Es la forma de presentación más frecuente y la que tiene una distribución geográfica más amplia. Se producen al año aproximadamente un millón de nuevos casos principalmente en Sudamérica (Brasil, Colombia, Perú y Paraguay), Oriente medio (Arabia Saudí, Irán y Siria), Afganistán y Argelia,
La lesión cutánea primaria puede evolucionar y se producen lesiones satélites en la piel y/o mucosas. Estas, producen la destrucción de los cartílagos nasales y del paladar blando, ocasionando mutilaciones extensas de los tejidos cercanos. Posteriormente pueden afectarse la faringe, laringe y tráquea, incluso la mucosa genital. La sobreinfección es habitual, lo que empeora el pronóstico vital.
Este tipo de manifestación suele ser frecuente en Brasil, Bolivia y Perú (donde es más conocida como uta).
También conocida como kala-azar, es la forma más grave de leishmaniasis y suele ser mortal si no se trata. Afecta a los órganos, principalmente al bazo, hígado y médula ósea.Los primeros síntomas clínicos son astenia, anorexia, adelgazamiento progresivo y fiebre intermitente.
Si la infección progresa, se desarrolla un síndrome caracterizado por la tríada:
Las complicaciones infecciosas o hemorrágicas, pueden conducir a la muerte en unos meses.
Se estima entre 200.000 y 400.000 nuevos contagios anuales de este tipo principalmente en los siguientes países: Bangladesh, Brasil, Etiopía, India, Sudán, Nepal.
El diagnóstico de la leishmaniasis requiere la visualización directa del parásito en biopsias del sitio de la lesión.
Otra posibilidad de diagnóstico, consiste en el cultivo del parásito o el uso de técnicas moleculares como la PCR que amplifican e identifican su ADN. También se pueden usar métodos de detección de anticuerpos contra el parásito en sangre.
Finalmente, la prueba de Montenegro es la más usada en el mundo para diagnosticar la leishmaniasis cutánea y consiste en la inoculación de extractos parasitarios en la piel. Si el paciente está infectado, se genera una reacción caracterizada por la inflamación de la zona.
Las opciones terapéuticas, aunque todavía limitadas, han aumentado en los últimos años.
El tratamiento actual usa fármacos basados en antimonio pentavalente. Este tratamiento presenta dificultades dada su toxicidad y el dolor que provoca su inyección.
Recientemente se descubrió la miltefosina que tiene como ventaja que es de administración oral, pero no puede ser usada en mujeres embarazadas por posibles daños en el bebé. Como tratamientos secundarios encontramos pentamidina, anfotericina B, antipalúdicos o sulfato de paromomicina.
El pronóstico de las formas moderadas de la enfermedad es favorable con un tratamiento adecuado.
Se debe reducir el contacto hombre-flebótomo. Para esto se pueden utilizar procedimientos mecánicos (mosquiteras, mallas finas en las ventanas) y repelentes.
También es muy importante controlar la enfermedad en los perros, ya que juegan un rol muy importante en la transmisión de la leishmaniasis visceral.
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