La leptospirosis es una enfermedad infecciosa febril, que afecta a animales y humanos, causada por la bacteria Leptospira interrogans.
El curso de la enfermedad puede variar desde casos leves y asintomáticos hasta casos graves (y potencialmente mortales) asociados con insuficiencia renal.
La leptospirosis se clasifica como una zoonosis, enfermedades infecciosas que se transmiten de forma natural de animales al hombre.
La leptospirosis se transmite principalmente por la orina de animales infectados con la bacteria Leptospira interrogans, principalmente roedores.
La transmisión suele ser debida a la presencia de heridas en la piel que entran en contacto directo con orina de los animales o con tierra, lodo o agua contaminada. La transmisión es menos frecuente por consumo de agua contaminada o por contacto de las membranas mucosas.
La leptospirosis no se transmite de persona a persona salvo en casos excepcionales.
La leptospirosis tiene mayor incidencia en las zonas tropicales, principalmente en lugares con condiciones sanitarias deficientes y donde la gente anda descalza frecuentemente.
El periodo de incubación de la enfermedad tras el contagio es de 5 a 14 días.
Tras el periodo de incubación muchas veces la infección es asintomática (no se presenta ningún síntoma) pero se pueden presentar los siguientes síntomas que suelen durar de 3 a 7 días:
El 10% de las personas desarrollan casos severos de la enfermedad que pueden afectar al hígado, riñones o pulmones causando lo que se denomina síndrome de Weil. Si no se trata, el síndrome de Weil tiene una tasa de mortalidad del 5 al 40% siendo la causa de la muerta con frecuencia un fallo renal.
Se puede detectar la presencia de la bacteria en la sangre mediante la técnica de detección genética (PCR).
En un análisis de sangre la trombocitopenia (bajo nivel de plaquetas) es frecuente, y el recuento de glóbulos blancos muy variable, alcanzando niveles de hasta 40.000/mm3 en la enfermedad de Weil.
Ante la sospecha de la infección se recomienda la administración de antibióticos. Se utilizan habitualmente la doxiciclina o la azitromicina. Para niños menores de 8 años y mujeres embarazadas se recomienda la azitromicina o amoxicilina. La penicilina también puede ser eficaz.
En algunos países existen vacunas humanas contra la leptospirosis, aunque su uso no está muy extendido.
Por ello, los principales consejos para prevenir la enfermedad son:
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