¿Qué es la predisposición y prevención de alergias?
La prevalencia de las enfermedades alérgicas ha aumentado en los últimos 25 años, en especial en población infantil y en adultos jóvenes, y en la actualidad son mucho más frecuentes enfermedades tales como la rinitis, el asma o la dermatitis atópica.
Parece claro que el desarrollo de alergia viene condicionado por la interacción entre la predisposición genética y la exposición a factores ambientales (genética y epigenética).
Desde hace años se sabe que existe una predisposición genética para la "atopia", e incluso se han llegado a identificar los genes de la alergia. Los niños con antecedentes familiares de alergia en la primera generación tienen más riesgo de desarrollar sensibilización alérgica. Cuando los dos padres presentan problemas alérgicos, el riesgo de que sus descendientes los tengan es de un 60%, mientras que si sólo uno de ellos padece la enfermedad alérgica, el riesgo se sitúa en torno al 25%.
La exposición a alérgenos (o proteínas que dan alergia) es indispensable para el desarrollo de alergia, y tanto la edad como la duración y la intensidad de la exposición influyen también en el riesgo de sensibilización. Una vez que un paciente se ha sensibilizado a un alérgeno tiene más riesgo para hacerse alérgico a otros.
Además, determinados factores ambientales protegen o favorecen la aparición de alergia en aquellos pacientes con predisposición genética.
¿Qué factores de riesgo predisponen a la aparición de alergias?
Entre los factores de riesgo propuestos para el desarrollo de sensibilización alérgica se han incluido:
- Época del año de nacimiento. La alergia al polen de abedul o a polen de gramíneas es más prevalente en niños que nacen en la primavera, en relación con los niños que nacen en cualquier otra época del año. De igual forma, los niños que nacen en otoño y en invierno en regiones frías y conviven con animales domésticos, tales como gatos, se sensibilizan más fácilmente a estos animales. Todo ello sugiere que la exposición precoz e intensa a determinados alérgenos durante los primeros meses de vida favorece la alergia posterior a estos mismos alérgenos. Parece claro que aun cuando la alergia se puede producir a cualquier edad, tiene gran importancia lo que sucede en el primer año de vida.
- Exposición a ácaros. La alergia a los ácaros domésticos también ha aumentado de forma sustancial en los últimos años. Los alérgenos derivados de los ácaros se acumulan especialmente en los colchones, almohadas y sofás, y los niños que viven en climas húmedos y que ven un elevado número de horas de televisión, se sensibilizan más frecuentemente a los ácaros domésticos.
- Animales domésticos. La alergia a proteínas del entorno doméstico es mucho más frecuente hoy que hace 30 años. A ello han contribuido de forma decisiva determinados cambios en los hábitos de vida. Por ejemplo, la adopción de animales de compañía (perros, gatos, etc.), introduciéndolos en las viviendas y sometiéndose por ello a exposición directa e intensa a los alérgenos que emanan de ellos.
- Plantas y árboles urbanos. Muchas de las plantas que crecen en el medio urbano, expuestas a altos índices de contaminantes atmosféricos, producen grandes cantidades de proteínas de stress (contenidas en el polen), lo que determina que las personas que viven en el medio urbano se expongan a pólenes con mayor concentración de alérgenos que los del medio rural.
- Infecciones recurrentes. Cualquier infección provoca una inflamación mucosa, y los microorganismos pueden alterar la respuesta inmune y actuar como alérgenos, o al menos como cofactores necesarios. Pero recientemente se ha sugerido también un posible papel protector frente a la alergia de las infecciones padecidas en el primer año de vida.
- Contaminación. Uno de los factores que más se ha barajado como favorecedor del desarrollo de sensibilización alérgica son las partículas derivadas de la combustión de los motores diésel. Parece claro que la exposición a este tipo de contaminantes altera los mecanismos implicados en la respuesta IgE (o alérgica).
- Tabaco. El humo del tabaco es, sin lugar a dudas, el mayor contaminante del interior de las viviendas. La exposición a humo de tabaco se asocia de forma significativa con la aparición de sensibilización alérgica, con asma y con otras enfermedades respiratorias. Los niños expuestos a humo de tabaco presentan con más frecuencia alergia y asma clínico, y en gran medida el tabaquismo de los padres marca el pronóstico de estos niños.
Resulta pues de interés identificar a aquellos pacientes con riesgo de desarrollar sensibilización alérgica, al objeto de adoptar medidas de prevención que en muchos casos son sencillas, baratas y muy eficaces.
Dr. Ignacio Antépara Ercoreca
Especialista en Alergología por la Universidad de Navarra y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco.
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