La prostatitis no bacteriana es la inflamación de la glándula prostática de causa desconocida ya que no ha sido posible aislar ninguna bacteria causante de la misma.
La próstata es una glándula perteneciente al sistema reproductor masculino situada debajo de la vejiga y cuya principal función es la producción de líquido prostático (componente del semen que protege a los espermatozoides).
La mayoría de las prostatitis (más del 50%) son de este tipo y se cree que su origen puede ser por la irritación ocasionada por el reflujo de la orina dentro de la próstata en forma retrógrada.
También se especula que puede ser por hongos, virus, tricomonas y bacterias anaerobias de difícil aislamiento.
Con frecuencia en la prostatitis no bacteriana aparecen los siguientes síntomas:
En la exploración física mediante tacto rectal se puede observar que la próstata puede estar inflamada, más grande de lo normal, caliente y sensible al tacto.
Luego al realizar una analítica de orina se deben tomar varias muestras.
En este análisis suele aparecer incremento de leucocitos sin aparición de bacterias y en la tercera muestra puede aparecer sangre o rastros de hematíes (glóbulos rojos).
En el análisis del semen puede aparecer aumento de los leucocitos, con menos espermatozoides de lo normal y de escasa motilidad.
Empíricamente se hace un tratamiento con antibióticos durante varias semanas para intentar limpiar de bacterias la próstata aunque no se hayan aislado las mismas. Se usan sulfamidas, quinolonas, etc.
Para mejorar el flujo de orina y la sensación de presión pélvica y el dolor se usan la doxazosina, terazosina y tamsulosina, asociados o no con otros antinflamatorios inespecíficos como el ibuprofeno.
La cirugía transureteral de la próstata es el último remedio si no ceden los síntomas.
La evolución en bastantes casos es hacia la cronificación.