La prostatitis crónica es la inflamación de la glándula prostática (próstata) que se va produciendo de forma gradual y continúa durante un período prolongado, manteniendo síntomas leves a lo largo tiempo.
La próstata es un órgano del sistema reproductor masculino encargado de la producción de líquido prostático que sirve para nutrir y proteger a los espermatozoides.
La prostatitis crónica es producida normalmente por una infección bacteriana, que suele asociarse a una infección urinaria, una uretritis, una epididimitis o una prostatitis aguda.
Las bacterias causantes son las mismas que producen las infecciones urinarias (Escherichia coli, enterococos, Pseudomona aeruginosa y Staphilococus aureus, etc.)
La prostatitis crónica es un problema muy frecuente que puede llegar a afectar a más del 30% de los hombres mayores de 50 años.
Los factores que aumentan el riesgo de tener una prostatitis crónica son:
En la prostatitis crónica los síntomas son débiles pero continuados con más o menos intensidad por temporadas. Los síntomas pueden pasar tan inadvertidos que quien lo padece no los identifique.
Los principales síntomas suelen estar relacionados con antecedentes de infecciones urinarias.
Los principales síntomas son:
Se suele realizar una exploración física mediante tacto rectal para observar inflamación en la próstata, un tamaño más grande de lo normal, o que la próstata está caliente y sensible al tacto.
Luego se debe realizar un análisis de orina con toma de varias muestras:
En el análisis de orina aparecerán aumento de glóbulos blancos y en la muestra tercera un crecimiento bacteriano. En el cultivo de secreciones prostáticas se muestra un aumento de los niveles de glóbulos blancos y mayor crecimiento bacteriano concentrado.
En el análisis del semen puede aparecer aumento de los leucocitos, con menos espermatozoides de lo normal y de escasa motilidad.
En la prostatitis crónica se utilizan antibióticos como las sulfamidas, las quinolonas o las tetraciclinas y también la eritromicina y la nitrofurantoína. Se realiza en tratamientos largos de 6 a 8 semanas y en ocasiones más largos, y a pesar de ello es probable que los síntomas sean recurrentes.
Se suelen recomendar algunas restricciones en la dieta para evitar los alimentos que irriten la vejiga, como el alcohol, el café, los cítricos y los condimentos fuertes. Además, es conveniente beber agua en abundancia por unos días.
La cirugía transureteral de la próstata es el último remedio si no ceden los síntomas.