Se consideran síntomas menores problemas de salud banales y de corta duración, sin relación con otras enfermedades existentes, que no requieren la visita a los servicios médicos y que se solucionan o alivian con tratamiento sintomático.
Todo el mundo se pone enfermo de vez en cuando, con lo cual tampoco hay que levantar las manos y enfadarse cuando uno se encuentra mal. Para las molestias de todos los días siga estas directrices:
A continuación, se listan unos cuantos síntomas que normalmente acompañan a padecimientos menores, pero que también pueden encontrarse en enfermedades más serias.
El dolor agudo, esto es, el dolor que llega de repente, normalmente es un aviso. Si uno experimenta un dolor severo y repentino que no ha tenido nunca antes, hay que consultar rápidamente a su médico.
La elevación de la temperatura del cuerpo es una manera de luchar contra la infección y contra algunas enfermedades, por lo que muchos padecimientos menores se acompañan a menudo de fiebre.
La fiebre aumenta la pérdida de líquidos por el cuerpo, por lo que es muy importante la reposición de líquidos, tomando abundante agua cuando se tiene fiebre.
La temperatura del cuerpo normalmente varía durante el día y es algo más baja por la mañana y más alta por la tarde. La temperatura normal está entre 36 y 37°C. Hablamos de febrícula cuando la temperatura varía entre 37 y 38°C.
Consulte a su médico si una temperatura de más de 38°C persiste durante más de dos o tres días, o si su temperatura es mayor de 40°C, o si un niño de 3 meses o menos tiene una temperatura de más de 38°C.
La temperatura de más de 41°C puede, en un adulto, confundir los procesos mentales.
Una tos debida a un catarro es normal. Sin embargo, una tos que persista durante más de dos o tres semanas es razón para que consulte a su médico. Asimismo, consulte rápidamente a su médico si aparece sangre en el esputo.
Si son severos y, especialmente en niños, pueden poner en peligro la vida. Por ello consulte inmediatamente a su médico en caso de diarrea o vómitos persistentes.
Si hay sangre en las heces o vómitos de sangre, la consulta a tiempo puede ser vital.