Un implante osteointegrado con tornillo es un elemento artificial que se coloca en el hueso maxilar con la finalidad de restituir los dientes perdidos y que se osteointegra.
La osteointegración se define como la unión directa, tanto funcional como estructural entre el hueso vivo y la superficie de un implante sometido a carga.
Los implantes osteointegrados están indicados en situaciones de desdentación parcial y completa.
Existen algunas contraindicaciones consideradas absolutas para la utilización de implantes como embarazo, granulocitopenia, corticoterapia mantenida, diabetes incontrolada, hemofilia, osteorradionecrosis, insuficiencia renal crónica, etc.
No todos los pacientes pueden recibir implantes osteointegrados.
Una buena historia clínica y una exploración bucofacial y radiológica minuciosa son indispensables antes de iniciar la técnica de colocación de un implante.
La mayor parte de las técnicas tiene una primera fase quirúrgica consistente en la inserción del implante observando cuatro principios fundamentales:
La segunda fase quirúrgica se realiza una vez a transcurrido el tiempo necesario (meses) para que se produzca la osteointegración, y en ella se procede a la conexión de los pilares transepiteliales.
Realizada la cicatrización es en este momento en el que el implante se encuentra preparado para iniciar la colocación de la prótesis.
Las complicaciones son infrecuentes y se dividen en inmediatas y mediatas (secundarias o tardias).
Las complicaciones inmediatas pueden ser:
Las complicaciones secundarias pueden ser:
En ocasiones puede ser necesario retirar un implante.
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