La diabetes mellitus, que se suele nombrar de forma simplificada como diabetes, es una enfermedad metabólica crónica caracterizada por niveles elevados de azúcar (glucosa) en la sangre.
Las células del cuerpo necesitan energía para su funcionamiento. La principal fuente de energía del organismo es la glucosa, un tipo de azúcar que proviene de la digestión de los carbohidratos. La glucosa circula por la sangre a disposición de las células que la necesitan.
La insulina es una hormona producida en el páncreas que permite la entrada de la glucosa en las células. En la diabetes mellitus el páncreas no produce suficiente insulina o las células no responden de forma adecuada a la insulina existente haciendo que se acumule la glucosa en la sangre. La diabetes se caracteriza de este modo por hiperglucemia (o hiperglicemia), que significa niveles elevados de glucosa en la sangre.
La hiperglucemia crónica puede provocar a largo plazo múltiples problemas en otros órganos del cuerpo, especialmente en los riñones, el corazón, los ojos, los nervios y los vasos sanguíneos.
El estilo de vida sedentario y los malos hábitos alimentarios han contribuido al aumento de la incidencia de la diabetes de forma global.
Se pueden distinguir principalmente tres tipos de diabetes mellitus:
Existen otros tipos de diabetes menos frecuentes como la diabetes secundaria a medicamentos, la relacionada con la fibrosis quística o secundaria a otras enfermedades (acromegalia, síndrome de Cushing, hipertiroidismo o extracción quirúrgica del páncreas).
Las causas por las que aparece la diabetes mellitus no se saben con certeza, pero parece que pueden estar involucrados factores hereditarios y factores ambientales.
En la diabetes tipo 1 se cree que la causa que desencadena la enfermedad es algún virus o microorganismo que destruye las células pancreáticas que producen insulina.
En la diabetes tipo 2 la edad, la obesidad y los antecedentes familiares son factores de riesgo.
La diabetes mellitus puede afectar a entre un 5 y 6% de la población.
A menudo la diabetes no causa ningún síntoma externo durante años.
En caso de padecer algún síntoma los más frecuentes son:
Algunos síntomas menos frecuentes son:
Los criterios para el diagnóstico de la diabetes más empleados son:
Cualquiera de dichos criterios es suficiente para el diagnóstico de la diabetes mellitus.
Al realizar un test de orina es frecuente detectar altos niveles de glucosa, proteínas (albúmina) y cuerpos cetónicos en la orina.
El tratamiento de la diabetes tiene dos objetivos principales:
El tratamiento difiere en función del tipo de diabetes que se padece.
En el caso de padecer diabetes tipo 1 la principal complicación asociada es la cetoacidosis diabética en la que la sangre, si no se administra insulina de forma adecuada, puede volverse excesivamente acida debido a la presencia de cuerpos cetónicos. El aumento de la sed y de la orina, las náuseas, la respiración profunda y rápida, el dolor abdominal, y el aliento con olor dulce son los síntomas que preceden a una pérdida gradual de la conciencia en la cetoacidosis diabética.
En el caso de padecer diabetes tipo 2 la principal complicación que puede aparecer con alta mortalidad (alrededor del 20%) es el síndrome diabético hiperosmolar hiperglucémico (también llamado coma hiperosmolar). Se caracteriza por un nivel extremadamente alto de glucosa en sangre sin presencia de cuerpos cetónicos. Otras características de este síndrome son la deshidratación extrema y la alteración del nivel de conciencia.
Además, la hiperglicemia crónica puede provocar complicaciones a largo plazo (suelen aparecer al de 15 o 20 años). Las principales complicaciones que pueden aparecer son:
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