Los cannabinoides son compuestos derivados de la planta denominada Cannabis sativa, que se cultiva en zonas de clima cálido y seco como parte de Asia, África, y zonas centrales del Norte y Sur de América.
Técnicamente se clasifica como un alucinógeno menor. Entre los constituyentes activos de la planta está el tetrahidrocannabinol (THC), responsable de casi todos los efectos nocivos de esta sustancia.
En la distribución y consumo se puede encontrar en varias formas:
El THC no es soluble en agua y por ello solo se puede consumir mediante la ingestión y la inhalación. Lo más habitual es la forma inhalada o de fumar mezclado con tabaco normal, se realizan cigarrillos artesanales llamados "porros".
Como la combustión del cannabis alcanza mucha temperaturas, los consumidores preparan normalmente el porro con un filtro de cartón.
Otras formas de evitar este recalentamiento es el fumar el cannabis mediante pipas largas o con depósitos de agua para enfriar el humo.
El inicio de consumo de cannabis en España es entre los 16 y 17 años de edad.
A corto plazo y en dosis bajas suele producir sensaciones de bienestar y tranquilidad con aumento del apetito, verborrea, euforia, pero con congestión ocular y dificultades para los procesos mentales complejos, alteraciones de la percepción temporal y sensorial. Cuando sus efectos remiten se pasa a un estado de somnolencia y depresión.
Si la dosis es muy elevada aumentan sus efectos nocivos dando un estado de confusión mental, gran somnolencia y puede que situaciones de pánico.
A largo plazo aparece el estado de desmotivación con alteración en las capacidades de concentración y memoria.
Otros problemas a largo plazo son los efectos nocivos sobre el pulmón, superiores al del tabaco y puede causar alteraciones en los sistemas reproductores masculino y femenino.
El THC atraviesa la barrera placentaria, por lo que su consumo supone un riesgo importante en el embarazo y la lactancia.
Posteriormente como efecto típico de las drogas aparece el cuadro de tolerancia (hace falta más dosis para alcanzar los efectos deseados) y la dependencia, con el consecuente síndrome de abstinencia en caso de retirada brusca de la droga.
El síndrome de abstinencia se presenta con cuadros de anorexia, ansiedad, insomnio, irritabilidad y depresión.
En personas con problemas mentales previos o inestabilidad emocional todos estos síntomas se pueden ver agravados y ofrecer grandes problemas mentales.
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