La encefalopatía hepática se define como como la alteración de las funciones cerebrales a causa de una insuficiencia hepática, manifestándose mediante un amplio espectro de alteraciones neuropsiquiátricas.
Se produce a consecuencia del paso de toxinas y productos nitrogenados al sistema nervioso central producidos por bacterias intestinales.
El hígado es el órgano encargado de depurar las toxinas de la sangre y si no funciona correctamente permite el paso de dichas bacterias al sistema nervioso central.
En una complicación habitual en pacientes con cirrosis avanzada y es una enfermedad de mal pronóstico debido a la escasa supervivencia en los próximos meses.
Existen una serie de factores que pueden precipitar la aparición de la enfermedad en pacientes con cirrosis previa:
Las manifestaciones clínicas suelen ser de carácter neuropsiquiátrico. La intensidad de los síntomas es muy variable, yendo desde síntomas leves al coma hepático.
En función de la gravedad se diferencian 4 grados.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico en el contexto de pacientes con antecedentes de cirrosis y la aparición de síntomas característicos. Uno de los síntomas más precoces en aparecer es la discalculia (dificultad al realizar cálculos) aunque el flapping (temblor leve) es el más característico.
Existen una serie de pruebas que ayudan al diagnóstico.
El tratamiento es hospitalario y requiere del ingreso del paciente.
Se recomienda la toma de lactulosa de forma crónica en aquellos pacientes que hayan tenido un episodio de encefalopatía hepática. En caso de nueva recidiva (que vuelva a aparecer) la rifaximina ha demostrado disminuir el número de brotes de encefalopatía hepática.
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