Las erliquiosis o ehrlichiosis son un grupo de enfermedades infecciosas producidas por unas bacterias que se contraen a través de la picadura de garrapatas. Pueden afectar tanto al ser humano como a los animales.
Existen 2 especies principales que pueden afectar al ser humano:
Ambas infecciones predominan en los meses de primavera-verano y son transmitidas por garrapatas.
El reservorio de la infección son los animales (ciervos, coyotes, cabras y ratones de patas blancas). La enfermedad se contrae cuando la garrapata se infecta tras picar a un animal y posteriormente se la transmite al ser humano.
Otras formas de infecciones menos habituales son la materno-infantil, por trasfusiones sanguíneas y con el contacto directo con fluidos de ciervos muertos o sacrificados.
En el caso de la EMH, es la garrapata estrella solitaria (Amblyomma americanum) y en el caso de la AGH, la garrapata Ixodes scapularis.
Esta última, también puede transmitir otras enfermedades conocidas como la enfermedad de Lyme (también conocida como borreliosis) y la babesiosis. Es importante tenerlo en cuenta, dado que existen casos de infecciones múltiples tras la picadura de una garrapata.
Tras la picadura existe un periodo de incubación de 1-2 semanas.
Generalmente, es una enfermedad que se presenta forma aguda y autolimitada, en algunas ocasiones puede ser subaguda o crónica.
Aquellas personas que sufren de deterioro del sistema inmune (edad avanzada, tratamientos inmunosupresores, enfermedades crónicas, infección por VIH…) tienen mayor riesgo de padecer síntomas más severos.
Los síntomas más habituales son:
Las posibles complicaciones son (poco frecuentes):
La erliquiosis, debe sospecharse por la historia clínica y los antecedentes epidemiológicos (salidas al campo, picaduras de garrapatas, gente que vive o trabaja en entornos rurales, cazadores, veterinarios…).
El diagnóstico definitivo se realiza mediante las siguientes pruebas de laboratorio:
Debido a que se trata de un diagnóstico difícil al no sospecharse, la gran mayoría de los pacientes suelen recuperarse por completo de la enfermedad sin tratamiento, sin que ello suponga un aumento del riesgo de una evolución crónica.
El tratamiento debe iniciarse en todo paciente que sospechemos erliquiosis, debido a que se trata de una enfermedad potencialmente letal (mortalidad que oscila del 2% al 10%, pudiendo ser más alta en personas con alteración del sistema inmune).
Los tratamientos de elección son antibióticos del grupo de las tetraciclinas (doxiciclina), 100 mg cada 12 horas durante 10 días o hasta 5 después de remisión de la fiebre.
En caso de intolerancia o alergia a tetraciclinas, puede emplearse rifampicina 300 mg cada 12 horas durante 7-10 días.