La ictiosis es una enfermedad dermatológica genética en la que la piel presenta un aspecto grueso y escamoso.
La ictiosis es un grupo de enfermedades de la piel causada por una anormalidad en el crecimiento de la piel. Existen al menos 20 tipos de ictiosis. La más común se llama ictiosis vulgar y corresponde al 95% de los casos.
La piel está compuesta de varias capas y por debajo tiene una capa de grasa más ancha o estrecha dependiendo de la zona. Las capas inferiores contienen vasos sanguíneos, las intermedias células en crecimiento y las superiores células muertas que sirven como protección hacia el exterior. La capa exterior es una barrera impermeable y que nos protege de las infecciones. En las capas intermedias hay folículos pilosos, glándulas sudoríparas y terminaciones nerviosas. La capa superior debe descamarse y ser reemplazada por nuevo tejido de la capa intermedia.
En la ictiosis la renovación y el desprendimiento de la capa superior está inhibido o se realiza más lentamente. Existen también algunos tipos de ictiosis causados porque la creación de células se acelera.
La ictiosis puede ser más o menos severa, llegando en sus casos más graves a acumularse en la piel escamas gruesas y aparecer grietas dolorosas que pueden producir sangrado.
La ictiosis no es una enfermedad contagiosa. Es una enfermedad genética y hereditaria.
Dependiendo del tipo de ictiosis puede heredarse de la siguiente forma:
La incidencia de la ictiosis vulgar, el tipo más frecuente, es de aproximadamente una de cada 250 personas.
La incidencia de los tipos más raros, por ejemplo, aquellas que se heredan de forma autosómica recesiva, es menor de una de cada 1 millón de personas.
Aunque existen muchos tipos de ictiosis la característica más común es la hiperqueratosis, un aumento del grosor de la capa exterior de la piel. La ictiosis se caracteriza frecuentemente por piel seca y rugosa con la presencia de escamas.
Algunos tipos de ictiosis además puede provocar picor que al rascarse genera complicaciones en la piel como:
El dermatólogo puede diagnosticar la ictiosis basándose en el examen clínico. Sin embargo, es necesaria una biopsia de piel o un estudio de ADN para confirmar dicho diagnóstico.
La mayoría de los tratamientos para la ictiosis son tópicos, es decir se aplican directamente sobre la piel.
Los tratamientos pretenden conseguir:
Para tratar el picor se suelen usar productos que contengan alcanfor, mentol, aceite de eucalipto, aloe vera y similares.
Si la piel presenta grietas y es susceptible a las infecciones se pueden aplicar antibióticos tópicos como la bacitracina o el peróxido de hidrogeno.
En algunos casos específicos se pueden usar retinoides o vitamina D que mejoran el crecimiento de la piel.
La ictiosis requiere atención continua durante toda la vida. Si se trata adecuadamente, en la mayoría de los casos será un problema estético.