
¿Qué deberíamos saber?
La hidratación de la piel consiste en lograr mantener la humedad necesaria en su capa más superficial, llamada epidermis, para que la parte más profunda, llamada dermis, tenga la proporción de agua ideal.
Esta hidratación profunda de la piel la mantiene sana y la protege frente a la posibilidad de agresiones externas tanto de enfermedades como de envejecimiento.
Para lograr la hidratación lo primero es tener hidratado todo el cuerpo a base de beber abundantes líquidos por boca, sobre todo en épocas de exceso de calor y sudoración.
Por otro lado, es recomendable aplicarse lociones hidratantes de forma habitual y sobre todo tras la exposición a condiciones de exceso de frío o de exposición solar.
¿Qué puede provocar la deshidratación de la piel?
El frío produce una vasoconstricción y por ello disminuye el riego de la piel. Al tener menos riego sanguíneo la piel tiene menos oxígeno y nutrientes y tiende a secarse.
Con el sol, la piel pierde directamente agua y por ello se seca.
En ambas situaciones hay que extremar las medidas tanto de toma de líquidos como la aplicación más frecuente de cremas y lociones hidratantes.
Otros factores internos que resecan la piel son:
- Herencia: dermatitis atópica, ictiosis, etc.
- Enfermedades: psoriasis, diabetes, insuficiencia renal, hipotiroidismo, etc.
- Eliminación anormal de agua: quemaduras, vómitos, etc.
- Medicamentos: diuréticos, isotretinoína (acné), laxantes, corticoides, etc.
- Edad avanzada.
Otros factores externos que empeoran la resequedad de la piel son:
- Todo lo que aumente el frío o el calor: exposición solar, la calefacción, el viento, el aire acondicionado, la contaminación.
- Agresiones químicas: detergentes, disolventes, productos alcalinos (jabones, depilatorios), cosméticos inadecuados, higiene excesiva, etc.
- Exposición recurrente a factores físicos como el cemento, la tierra o el agua, en especial si contiene cloro.
Tratamiento con lociones hidratantes
Para la hidratación externa se usan comúnmente lociones en base acuosa, que son más fáciles de extender y aplicar. Si la piel es muy seca ya se utilizan lociones en base oleosa (grasa), más activas para evitar la deshidratación y mejorar la absorción de agua del ambiente.
Las lociones hidratantes contienen sustancias que permitan estas propiedades de mantener la humedad de la piel y absorber la exterior.
Los principales tipos de productos hidratantes para la piel son:
- Los que contienen solo aceite como la vaselina.
- Las emulsiones de aceite y agua.
- Los polímeros.
- El aceite vegetal y la cera como: aceite de ricino, aceite de maíz, cera de abejas, parafina, cera de carnaúba.
- Productos de glicerina.
- Dimeticona y ceramidas.
Muchos otros productos se recomiendan solo bajo receta médica, por ejemplo, aquellos que contienen propilenglicol, sorbitol, polietilenglicoles, glicoles polioxietilenados, otros glicoles y azúcares polioxietilenados entre los que destaca la acetamida.
Muchos de estos productos también contienen urea que según la concentración puede actuar como queratolítico en zonas muy resecas y agrietadas.
Últimamente se asocian los alfahidroxiácidos como, el ácido glicólico y el ácido láctico que son muy hidratantes y regeneradores.
A partir de aquí las diferentes lociones pueden contener varias sustancias que las diferencian unas de otras como el ácido pirrolín carboxílico, el pantenol, alcohol-d-pantotenílico o vitamina B5, el ácido hialurónico, los hidrolizados de colágeno, elastina y glicosaminoglicanos, en diferentes concentraciones.



Dr. Ignacio Antépara Ercoreca
Especialista en Alergología por la Universidad de Navarra y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco.
Autor originalDra. Yolanda Patricia Gómez González
Especialista en Medicina general y licenciada en medicina por la universidad nacional de Colombia.
Revisor clínico