La campilobacteriosis es una infección causada por un grupo de bacterias del género Campylobacter.
El síntoma más común ocasionado por estos organismos es la diarrea, que afecta con mayor frecuencia a niños y adultos jóvenes.
Dentro del género campylobacter hay más de 30 subtipos diferentes, todos los cuales son bacilos Gram negativos curvados o espirales.
El subtipo que causa con mayor frecuencia problemas gastrointestinal es la Campylobacter jejuni. Otras especies como la Campylobacter fetus producen enfermedades extraintestinales, particularmente a personas con sistemas inmunes alterados, como pacientes con VIH, cáncer o enfermedad hepática.
Las bacterias que provocan esta infección se encuentran a menudo en los intestinos de animales criados para alimentación y en las mascotas. Los animales infectados a menudo no tienen síntomas.
La preparación inadecuada o poco cocinada de alimentos es la forma más común de propagación de la enfermedad y las aves ocasionan más de la mitad de los casos. Los pollos son la mayor fuente de contagios. El agua no tratada y la leche sin pasteurizar son también fuentes potenciales de contagio.
El período de incubación es de 1 a 10 días.
Un día o dos antes de que comiencen los síntomas intestinales se suele padecer fiebre leve, dolores musculares y dolor de cabeza.
Los principales síntomas intestinales que se presentan son:
La gravedad de los síntomas es variable. La enfermedad generalmente dura aproximadamente una semana, pero persiste por más tiempo en aproximadamente el 20% de los casos.
La deshidratación es la complicación más común, especialmente en las personas muy jóvenes y de edad muy avanzada.
Otras complicaciones de mayor gravedad pero menos frecuentes son:
La infección por Campylobacter es una de las muchas causas que producen diarrea aguda. El cultivo (crecimiento de bacterias en el laboratorio) de las heces líquidas es la única forma de estar seguro del diagnóstico.
El primer objetivo del tratamiento es evitar la deshidratación.
Los medicamentos utilizados para tratar la diarrea, que disminuyen la motilidad intestinal (loperamida, difenoxilato, etc.), son útiles pero solo deben usarse con supervisión médica.
Los antibióticos son adecuados si se administran dentro de los tres días posteriores al inicio de los síntomas y están indicados para aquellas personas con síntomas severos o persistentes. Se puede usar eritromicina o fluoroquinolonas (como por ejemplo la ciprofloxacina) o cloranfenicol de cinco a siete días.
La mayoría de los pacientes con infección por Campylobacter se recuperan rápidamente sin tratamiento. Para ciertos grupos de pacientes, la infección se vuelve crónica y requiere ciclos repetidos de antibióticos.
La mejor forma de prevenir infecciones por Campylobacter es lavarse las de manos de forma frecuente, así como una adecuada preparación y cocción de los alimentos.
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