Un meningocele es una hernia plana de la duramadre y la aracnoides, llamadas meninges, que son membranas que cubren al cerebro y la médula espinal en la columna. Se produce a través de un defecto embriológico en los tejidos musculares y fibrosos.
Cuando el proceso de cierre de la columna vertebral es incompleto provoca la Espina Bífida. El meningocele es una clasificación de ésta.
Su causa es multifactorial: intervienen varios factores como ambientales o nutricionales, etc.
Se presenta más comúnmente en la región lumbar (la parte baja de la espalda).
Es una masa abultada, que puede variar de tamaño, cubierta de piel, de tejido suave que se puede encontrar ya sea en la línea media de la columna vertebral (es lo más común) o hacia un lado.
La hernia de las meninges también puede ocurrir sobre la línea media de la columna cervical (cuello) y en el cráneo (cráneomeningocele).
La piel que recubre al meningocele puede tener una mancha angiomatosa (obscura) o con pelos.
Este padecimiento puede ser detectado durante el embarazo por medio del ultrasonido (técnica que se utiliza para observar cómo se encuentra el feto dentro de la madre).
Varios investigadores han presentado pruebas sobre el consumo de alimentos, antes y durante el embarazo. Consideran que las vitaminas y especialmente el ácido fólico (se encuentra en las verduras de hojas verdes como espinacas, brócoli, etc.), puede reducir el riesgo de los defectos del tubo neural (Espina Bífida). Los padres deben acudir al consejo genético.
Es necesario reparar, por medio de la cirugía, el saco herniado. Esto se debe de hacer durante el primer año de vida.
La mayoría de estos niños no presentan signos de pérdida de las funciones neurológicas (alteraciones en el cerebro). Si el defecto está cubierto por una membrana, se recomienda la intervención quirúrgica inmediata para cerrar la malformación, pues de otra forma existen muchas posibilidades de infección y se puede romper la piel que recubre el saco herniado.
Hay ocasiones en que algunos nervios se encuentran atrapados en el saco herniado, esto puede causar alteraciones funcionales en las piernas.
Por lo general no quedan secuelas graves que pudieran poner en peligro la vida de las personas con este tipo de padecimiento. Después de la cirugía, con ayuda de especialistas, es obligatorio proporcionar al paciente medidas que ofrezcan óptimas oportunidades de rehabilitación.
El pronóstico llega a ser malo en aquellos pacientes que tienen parálisis total por debajo de la lesión, no obstante con una asistencia apropiada, muchos niños evolucionan correctamente.
Tanto para los otros hijos de la pareja como para los hijos del paciente, el riesgo se desconoce.