¿Qué es la placenta adherente?
Se denomina placenta adherente a una complicación del embarazo en la que la placenta se adhiere al útero de forma profunda, más allá de su superficie endometrial.
- Si se adhiere en exceso a las paredes del útero pero no penetra en el músculo uterino se denomina placenta acreta o accreta
- Si penetra en la capa muscular del útero (miometrio) se denomina placenta increta
- Si además invade órganos internos se denomina placenta percreta
En un embarazo, la placenta es la encargada de transmitir los nutrientes y el oxígeno de la madre al embrión hasta que se produce el parto.
¿Cuál es la causa que lo provoca?
El origen de la placenta acreta no se conoce con certeza. Es la más común suponiendo un 80 % de los casos de placenta adherente. La placenta increta y percreta son menos frecuentes (14% y 7% respectivamente) y se han relacionado con cicatrices uterinas que permiten el desarrollo de la placenta a través de la cicatriz.
Los factores de riesgo más importantes para presentar placenta adherente son:
- Cesárea previa (el más importante)
- Embarazo con cicatriz de cesárea previa
- Mujeres multíparas (que ha tenido múltiples partos)
- Placenta previa (una de cada 10 mujeres con placenta previa desarrollan placenta adherente)
- Miomas uterinos
- Endometritis
- Antecedente de cirugía uterina (miomectomía, legrado, ablación endometrial, etc.)
- Edad materna mayor de 35 años
- Historia de irradiación pélvica
- Procedimientos de fertilidad (fecundación in vitro)
La incidencia es de 1 caso por 730 partos, tendencia que va en aumento debido a la mayor práctica de cesáreas.
¿Cuáles son los síntomas de la placenta adherente?
Suele pasar desapercibida hasta el momento del parto, en donde puede producir una hemorragia profusa y potencialmente mortal en el momento de separación de la placenta del útero.
Posibles complicaciones:
- Hemorragia masiva
- Coagulopatía diseminada
- Dificultad respiratoria
- Insuficiencia renal
- Cirugía de urgencia
- Fallecimiento
¿Cómo se puede detectar?
El diagnóstico se realiza fundamentalmente mediante ecografía. En ocasiones, se puede recurrir a la resonancia magnética nuclear.
Tras el parto, se debe sospechar en caso de aparecer las siguientes características:
- La placenta no se ha expulsado dentro de los 30 minutos posteriores de la extracción del bebé
- Dificultad para la extracción manual de la placenta
- Cuando la extracción de la placenta produce un sangrado abundante
¿Cuál es el tratamiento recomendado?
Con el fin de evitar todas las complicaciones posibles, si se detecta previamente al parto el tratamiento de elección es la cesárea con histerectomía (extirpación del útero) alrededor de las 34-35 semanas de gestación.
En aquellas mujeres que deseen tener más hijos, se puede contemplar conservar el útero realizando únicamente la cesárea, aunque tiene sus complicaciones y no siempre es viable. Además, la posibilidad de un nuevo embarazo con placenta adherida aumenta sustancialmente.
En caso de una placenta acreta no esperada durante el parto con riesgo de complicaciones, se suele realizar una cesárea de urgencia con histerectomía.
En caso de placenta percreta con afectación de la vejiga, se suele realizar una cistectomía parcial (extracción parcial de la vejiga urinaria).
Dr. Miguel Cabrero de Cabo
Especialista en Medicina de Familia y Comunitaria y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Santiago de Compostela.
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