La gangrena es la descomposición o muerte de un órgano o tejido causado por la falta de riego sanguíneo que en ocasiones se acompaña de infección bacteriana.
Cuando un tejido pierde el riego sanguíneo pierde la capacidad de recibir oxígeno y otros nutrientes necesarios y acabo muriendo.
La falta de irrigación sanguínea puede ser el resultado de un proceso infeccioso o inflamatorio, de lesiones o de trastornos degenerativos asociados con enfermedades crónicas como la diabetes mellitus.
Afecta principalmente a las extremidades (pies, manos, dedos) pero puede también aparecer en músculos y órganos internos.
Hay tres tipos principales de gangrena:
La gangrena puede ser causada por una gran variedad de enfermedades crónicas:
Sin embargo, la causa más frecuente (más de la mitad de los casos) es postraumática o como consecuencia de un traumatismo:
La gangrena también puede ocurrir después de someterse a una cirugía, particularmente aquellas relacionadas con los conductos biliares o el intestino.
En la gangrena seca, a medida que los tejidos afectados comienzan a morir puede sentirse algo de dolor. Inicialmente, el área afectada está fría y pálida y comienza a arrugarse y volverse de color marrón y luego negro. El tejido muerto se separará gradualmente del tejido sano y se caerá.
En la gangrena húmeda o gaseosa, hay una sensación de pesadez en la región afectada seguida de un dolor intenso. El dolor es causado por la hinchazón resultante de la acumulación de líquido o gas en los tejidos. La piel afectada inicialmente puede presentar ampollas, con sensación de calor al palparla y un color rojizo que progresa a bronce, marrón o negro. En aproximadamente el 80% de los casos, los tejidos afectados y circundantes pueden producir crujidos debajo de la piel.
En la gangrena húmeda, el pus desprende mal olor, mientras que en la gangrena gaseosa el gas se puede sentir debajo de la piel, pero no hay pus verdadero, solo una secreción acuosa. La gangrena gaseosa no afecta tanto a la piel, sino al músculo.
Si las toxinas bacterianas entran en el torrente sanguíneo también pueden aparecer los siguientes síntomas:
Para el diagnóstico de la gangrena se suele realizar un análisis de sangre y del tejido afectado.
La gangrena suele producir un exceso de glóbulos blancos mientras que al obtener una muestra del tejido afectado a menudo este contendrá pocas o ningún glóbulo blanco y mostrará la presencia de bacterias al microscopio.
Para el diagnóstico de la gangrena gaseosa suele requerirse una exploración quirúrgica de la herida. Durante dicho procedimiento, el músculo tendrá un color pálido, rojo carnoso o, en las etapas más avanzadas, negro. Si está infectado, el músculo no se contraerá con la estimulación y la incisión no sangrará.
La gangrena gaseosa es una emergencia médica que requiere cirugía inmediata y administración de antibióticos para evitar que la infección se propague rápidamente a través del torrente sanguíneo e infecte órganos vitales.
En la gangrena seca las áreas afectadas libres de infección a menudo se secan y se caen espontáneamente. Los tratamientos aplicados a la herida externamente generalmente no son efectivos y solamente en determinadas ocasiones una intervención quirúrgica puede ser beneficiosa.
La gangrena húmeda requiere identificar al organismo causante y el inicio inmediato de una terapia con antibióticos de amplio espectro de forma intravenosa, intramuscular y/o tópica. Además, el tejido infectado debe extirparse quirúrgicamente y puede ser necesaria la amputación de la zona o extremidad afectada. Pueden recetarse analgésicos para el dolor. Los líquidos intravenosos y, ocasionalmente, las transfusiones de sangre están indicados para reponer los glóbulos rojos y los electrolitos. La hidratación y la nutrición adecuadas son vitales para la curación de heridas.
Algunos casos de gangrena pueden ser tratado con terapias con oxígeno hiperbárico. Con ello se consigue aumentar la oxigenación de los tejidos impidiendo el crecimiento de las bacterias anaeróbicas.
Excepto en los casos en los que la infección se ha propagado al torrente sanguíneo, el pronóstico generalmente es favorable.
Aproximadamente el 80% de las personas con gangrena gaseosa sobreviven, y solo el 15 o 20% requiere alguna forma de amputación.
Los pacientes con gangrena seca con frecuencia tienen muchos otros problemas de salud que complican la recuperación.
Los pacientes con diabetes o arteriosclerosis severa deben tener especial cuidado de sus manos y pies debido al riesgo de infección asociada incluso con una lesión menor.
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