El aborto diferido o retenido consiste en el aborto caracterizado por la retención del embrión o feto dentro del útero materno, pudiendo acompañarse o no de un cierto grado variable de sangrado.
Es una condición que puede suponer un riesgo de salud para la madre.
Generalmente, cuando una mujer sufre un aborto, el útero de forma espontánea empieza a contraerse y expulsar el embrión, placenta y resto de anejos del embarazo.
En el aborto retenido, esto no sucede de manera natural, con el riesgo de complicaciones maternas.
La incidencia de aborto en las mujeres es de un 15% y la mayoría de ellos (un 80%) suceden antes de las 12 semanas.
Existen una serie de causas identificadas en los abortos espontáneos:
La falta de expulsión en el aborto diferido se puede producir por los siguientes motivos:
En el aborto retenido pueden no aparecer síntomas o ser muy leves:
Sus posibles complicaciones son:
El diagnóstico se realiza mediante ecografía.
El manejo terapéutico del aborto retenido consiste en la evacuación del contenido de la cavidad uterina de forma espontánea, farmacológica o quirúrgica.
En ocasiones, se puede mantener una actitud expectante y esperar a que el útero expulse espontáneamente el contenido. Los resultados de éxito son bajos, necesitando generalmente una intervención posterior.
El manejo farmacológico, se realiza con misoprostol, medicamento que produce la contracción uterina pudiendo ayudar a eliminar el contenido uterino. Se puede utilizar de forma aislada o administrar previamente a la realización de un legrado.
Por último, se recurrirá al legrado uterino.