
¿Qué es la artritis?
La artritis reumatoide es una enfermedad inflamatoria crónica de origen autoinmune que ataca principalmente las articulaciones produciendo sinovitis inflamatoria.
La sinovitis es la inflamación de la membrana sinovial, el tejido conjuntivo que recubre las articulaciones. En la artritis reumatoide, los tejidos sinoviales proliferan sin control y dan como resultado el estiramiento de los tendones y los ligamentos lo que provoca la destrucción de los huesos y la aparición de deformidades y discapacidades.
La artritis reumatoide causa principalmente dolor, rigidez e hinchazón en las muñecas y en las pequeñas articulaciones de las manos y los pies, pero también puede afectar los hombros y las rodillas.
La artritis reumatoide se considera una enfermedad autoinmune. El propio sistema inmune ataca a las articulaciones porque no las reconoce como propias causando su inflamación.
A veces, además de a las articulaciones, puede afectar a diferentes órganos del cuerpo.
¿Cuál es la causa que lo provoca?
La artritis reumatoide afecta a entre el 0.5 y el 1% de la población adulta en el mundo.
Afecta más a las mujeres que a los hombres con una proporción de 3 a 1.
Aunque puede presentarse a cualquier edad suele comenzar en las mujeres en edad fértil entre los 20 y 40 años y en los hombres entre los 60 y 80 años.
El tabaco puede ser un factor de riesgo para su aparición.
¿Qué incidencia tiene?
La artritis reumatoide afecta a entre el 0.5 y el 1% de la población adulta en el mundo.
Afecta más a las mujeres que a los hombres con una proporción de 3 a 1.
Aunque puede presentarse a cualquier edad suele comenzar en las mujeres en edad fértil entre los 20 y 40 años y en los hombres entre los 60 y 80 años.
El tabaco puede ser un factor de riesgo para su aparición.
¿Cuáles son los síntomas más comunes?
Ali inicio, afecta en mayor medida a las articulaciones pequeñas y medianas de los dedos y las muñecas. Se presenta dolor, rigidez e hinchazón en las articulaciones afectadas y se reduce su rango de movimientos.
Posteriormente puede afectar a las rodillas, codos, tobillos, cadera y hombros.
A medida que avanza la enfermedad se desarrolla laxitud articular, subluxación y degradación del cartílago.
En etapas tardías predomina la fibrosis articular y las contracturas de tejidos blandos.
Además, pueden presentarse otros síntomas sistémicos como:
¿Cómo se puede detectar?
Los síntomas más característicos para poder llegar al diagnóstico son:
- Presencia de artritis de más de 6 semanas de duración.
- Rigidez articular matutina prolongada.
- Presencia de nódulos característicos en la piel.
Si estos síntomas están presentes se realizan análisis de sangre y radiografías para apoyar el diagnóstico.
En el análisis de sangre se puede apreciar:
- Velocidad de sedimentación globular (VSG) elevada.
- Elevación de la proteína C Reactiva (PCR).
- Factor reumatoide positivo (en más del 75% de los casos).
- Presencia de anticuerpos anti-CCP (anticuerpos antipéptido citrulinado cíclico), que es la prueba más específica para el diagnóstico de la enfermedad.
En las radiografías se pueden apreciar erosiones articulares visibles, que suelen observarse en los márgenes de las articulaciones en las primeras fases.
¿Cuál es el tratamiento recomendado?
El objetivo del tratamiento es mejorar la movilidad de las articulaciones, reducir la inflamación y disminuir el dolor de la mismas.
Los principales medicamentos usados son:
- Aspirina y antiinflamatorios no esteroideos (AINEs) para aliviar el dolor, aunque no frenan la progresión de la enfermedad.
- Glucocorticoides como la prednisona que reducen la inflamación y la erosión de los huesos, pero pueden causar efectos secundarios.
- Fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FARME o DMARD por sus siglas en inglés) como el metotrexato, la hidroxicloroquina, la leflunomida, la sulfasalazina, la D-penicilamina o las sales de oro que disminuyen la progresión de la enfermedad reduciendo los mediadores inflamatorios.
- Agentes biológicos para reducir la inflamación. Los más utilizados son agentes anti-TNF (infliximab, adalimumab, certolizumab, etanercept, golimumab) y no anti-TNF (rituximab, anakinra, tocilizumab, abatacept).
- Fármacos inmunosupresores que suelen reservarse para casos resistentes como la azatioprina, la ciclosporina o la ciclofosfamida.
En ocasiones se utilizan combinaciones de varios de los fármacos citados anteriormente.
Un buen programa de ejercicios de rehabilitación es necesario para mantener la funcionalidad de las articulaciones.
La cirugía se utiliza para casos de incapacidad funcional de ciertas articulaciones realizando una sinovectomía o el reemplazamiento total de las articulaciones (cadera y rodilla).
¿Qué complicaciones pueden aparecer?
En más de un tercio de los pacientes se presentan en algún momento afecciones extra-articulares principalmente nódulos subcutáneos, pero en raras ocasiones pueden aparecer complicaciones graves como pleuritis o pericarditis.
¿Cuál es el pronóstico de la enfermedad?
El pronóstico es muy variable desde casos leves con poca afectación a las articulaciones a casos graves con poliartritis progresiva y discapacidad significativa.
No es una enfermedad curable, pero si se detecta en sus inicios puede controlarse de forma óptima con un tratamiento temprano y agresivo.




Dr. Ignacio Antépara Ercoreca
Especialista en Alergología por la Universidad de Navarra y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco.
Autor originalDr. José Antonio Zumalacárregui
Especialista en Medicina Familiar y Comunitaria y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco.
Revisor clínico