El cáncer representa una de las principales causas de muerte en nuestro siglo. Entre las principales líneas de investigación en la lucha contra el cáncer, una de las más importantes es la que se dirige hacia su prevención.
Para ello es fundamental identificar los factores que participan en el origen del cáncer y su desarrollo posterior.
En este sentido, se ha señalado que los factores endógenos --de la propia persona-- serían responsables de un 20 % de los cánceres, mientras que en el 80 % restante podrían intervenir factores exógenos o medioambientales, tales como:
Aún quedaría un 30-35 % de tumores de causa desconocida, y en este grupo están gran parte de los cánceres más frecuentes, como el de colon-recto, mama o próstata.
Aunque se ha sospechado de múltiples factores --dietéticos, hormonales, etc.-- no existen evidencias concretas y los estudios suelen mostrar resultados contradictorios.
El cáncer no es una sola enfermedad, sino un grupo de más de 200 enfermedades distintas en las que se produce un crecimiento anormal de las células, hasta convertirse en masas de tejidos llamados tumores o neoplasias. Este es un proceso con períodos de tiempo variables entre la exposición a factores cancerígenos y el desarrollo de un tumor.
El proceso de carcinogénesis se inicia cuando los agentes externos producen alteraciones irreversibles en la información genética (mutaciones del ADN de las células), convirtiendo genes normales de una persona en los llamados oncogenes, capaces de inducir un cáncer (iniciación tumoral). Posteriormente, determinados factores medio-ambientales hacen que estas células, con información genética ya alterada, se desarrollen y multipliquen (promoción tumoral), y que gradualmente se establezca un cáncer y se disemine (metástasis) (progresión tumoral).
Los carcinógenos completos son sustancias u otros factores capaces de operar por sí mismos en todas las fases de la carcinogénesis (por ejemplo, el tabaco en el cáncer de laringe o de pulmón). Los llamados co-carcinógenos son factores incapaces por sí solos de generar cáncer, pero que sí pueden hacerlo en conjunción con otros factores (por ejemplo, el radón o el asbesto en conjunción con el tabaco en la génesis del cáncer de pulmón). También existen anticarcinógenos, que son sustancias que pueden inhibir la carcinogénesis.
Tras cincuenta años de estudios epidemiológicos, existe una larga serie de carcinógenos conocidos o sospechados, así como otros cuyo papel es mucho más discutido, como la radiación no ionizante o ciertos factores dietéticos. Ante la falta de evidencias concretas con éstos últimos, el esfuerzo de las instituciones y los responsables de salud se está dirigiendo hacia la prevención de toda exposición intencionada e irresponsable a los carcinógenos conocidos. En este sentido, es posible que en las siguientes décadas podamos apreciar el efecto de las campañas anti-tabaco sobre la incidencia de determinados tipos de cáncer.