Una leucemia es un cáncer de la sangre en la que existe una producción anormalmente elevada de glóbulos blancos o leucocitos inmaduros en la médula ósea.
La médula ósea es el tejido blando situado en el interior de los huesos donde se elaboran las células sanguíneas. Las principales células sanguínea son:
Antes de transformarse en cada grupo específico de células sanguíneas las células en la médula ósea tienen una forma inmadura y no desarrollada denominada blastos. Estos blastos deben evolucionar para transformarse bien en glóbulos blancos, rojos o plaquetas.
En la leucemia, los blastos que deberían transformarse en glóbulos blancos no maduran adecuadamente y además se forman a un ritmo más rápido del habitual invadiendo la médula ósea e impidiendo la formación de otras células sanguíneas funcionales (insuficiencia medular).
Estos blastos además invaden la sangre y otros órganos y tejidos especialmente los ganglios linfáticos y el bazo.
Las leucemias se deben a mutaciones críticas en el genoma de determinadas células sanguíneas pero no se conoce con exactitud por qué se producen estos cambios.
Se sospecha que estos cambios podrían deberse a:
Se estima que la leucemia afecta cada año de 12 a 14 personas por cada 100.000 habitantes.
Las leucemias son un grupo de enfermedades y por tanto entran dentro de esta clasificación numerosos trastornos cuyos síntomas y tratamientos difieren enormemente. Sin embargo, se puede clasificar una leucemia en función de determinados aspectos.
En cuanto a la forma en que se manifiesta la enfermedad las leucemias se pueden clasificar en:
En cuanto al tipo de blastos o células que invaden la médula ósea se puede distinguir entre:
Las leucemias agudas son más frecuentes en niños y las leucemias crónicas en adultos.
Asimismo, las leucemias linfoblásticas son más frecuentes en niños y las leucemias mieloblásticas en adultos y ancianos.
En las primeras etapas de la enfermedad no existen síntomas evidentes ya que siguen existiendo células sanguíneas funcionales.
Posteriormente, la escasez de glóbulos blancos, rojos y plaquetas provoca los síntomas típicos de:
Otros síntomas generales pueden ser:
Las leucemias suelen detectarse en los análisis de sangre cuando los blastos invaden la sangre.
Si se sospecha de una leucemia la mejor de herramienta de diagnóstico es la biopsia o aspiración de médula ósea en el que se extrae una pequeña cantidad de líquido de la médula ósea y se explora al microscopio para estudiar las células sanguíneas.
Cada tipo de leucemia puede necesitar un tratamiento específico pero en general se pueden considerar que las siguientes medidas son adecuadas a la mayoría de leucemias:
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