
¿Qué es la rubeola?
La rubeola es una enfermedad infecciosa típica de la infancia causada por un virus y que produce un enrojecimiento generalizado de la piel.
Desde que se comenzó a realizar la vacunación masiva de los niños con la vacuna triple vírica (rubeola - sarampión -paperas), la rubeola se presenta muy ocasionalmente y es fácil de confundir con otras infecciones por virus.
Suele ser muy leve en niños, pero más severa en adultos y de alto riesgo en mujeres embarazadas porque puede producir graves problemas incluido el síndrome de rubeola congénita.
¿Cuál es la causa que lo provoca?
La rubeola es una enfermedad causada por el virus del mismo nombre perteneciente al género Rubivirus de la familia Togaviridae. Es una enfermedad contagiosa que se transmite a través de los estornudos y la tos de una persona infectada.
La infección puede transmitirse desde una semana antes de que aparezcan los primeros síntomas de la enfermedad.
¿Cuáles son los síntomas de la rubeola?
Los síntomas de la enfermedad aparecen tras un periodo de incubación de 14 a 21 días. Los primeros síntomas incluyen:
- Malestar
- Ojos rojos
- Dolor de garganta
- Inflamación con dolor de los ganglios del cuello
Posteriormente aparece el exantema, erupción o sarpullido de la piel como pequeñas manchas o máculas de color rosa o rojizo que puede causar un ligero picor.
Aparece primeramente en cara y cuello y se va extendiendo hacia el tronco y las extremidades al tiempo que van desapareciendo las lesiones de la cara. El exantema suele durar aproximadamente unos 3 días.
Hasta el 40% de los niños no presentan ningún exantema.
Además, si la rubeola se produce en adultos suele ocasionar:
- Fiebre
- Cefaleas
- Congestión nasal
- Rigidez y dolor muscular
- Dolor en las articulaciones
- Dolor testicular en los hombres
¿Cómo se diagnostica la rubeola?
El diagnóstico de rubeola es vital en mujeres embarazadas por lo cual se suelen realizar exámenes de sangre que detecten anticuerpos recientes contra el virus.
También se hace el seguimiento del recién nacido con exámenes de laboratorio para evaluar la evolución de la infección.
En las demás personas, el diagnóstico se realiza de acuerdo con el historial clínico de contacto con otras personas enfermas y la presentación de diferentes síntomas, en especial el exantema característico de la enfermedad.
¿Cómo puedo prevenirme?
Existe una vacuna para la rubeola basada en el propio virus atenuado. Está indicada su administración entre los 12 y 15 meses de edad aproximadamente. Se suele realizar junto a la inmunización contra el sarampión y las paperas (vacuna triple vírica). Posteriormente se administra una dosis de refuerzo a los 3 o 4 años.
Es importante evitar contraer la rubeola o vacunarse de ella durante el primer trimestre del embarazo ya que existe un riesgo elevado de abortos o de que el bebé nazca con el síndrome congénito de la rubeola que puede causar ceguera, pérdida de audición, defectos cardíacos o retraso mental.
Los niños que sobreviven, además pueden presentar problemas crónicos de difícil manejo como autismo, diabetes mellitus y enfermedades de la tiroides.
El riesgo de presentar estas malformaciones depende del momento del embarazo en el cual la mujer se contagia de rubeola: por lo general no hay ninguna alteración si la infección se presenta después de las 16 semanas de embarazo.
Como no siempre se presenta el exantema típico de la enfermedad, a veces el diagnóstico de la infección queda en duda. Sin embargo, ante la sospecha de que un niño o adulto no vacunado pueda presentar rubeola, se debe realizar el aislamiento adecuado incluyendo uso de mascarillas y lavado de manos e impedir totalmente el contacto de la mujer al inicio del embarazo.
¿Cuál es el tratamiento recomendado?
Es una enfermedad benigna que cede espontáneamente sin ningún tratamiento y cuya recuperación se estima en una semana aproximadamente. Después de pasar la infección la persona queda inmunizada de forma permanente por lo que no vuelve a contraer la enfermedad.
Se pueden administrar antiinflamatorios para aliviar los dolores o paracetamol o ibuprofeno para reducir la fiebre o aliviar las molestias.
En muy raras ocasiones se presentan complicaciones como la trombocitopenia (disminución del número de plaquetas) o la infección del cerebro (encefalitis) que requieren manejo especializado en un hospital.
En las mujeres embarazadas se suele utilizar un tratamiento con inmunoglobulinas para tratar de disminuir los efectos de la infección en el feto con resultados muy variables.



Dr. Ignacio Antépara Ercoreca
Especialista en Alergología por la Universidad de Navarra y licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad del País Vasco.
Autor originalDra. Yolanda Patricia Gómez González
Especialista en Medicina general y licenciada en medicina por la universidad nacional de Colombia.
Revisor clínico